El dinero de emergencia me produce sentimientos encontrados. Me parece uno de los objetos de coleccionismo más interesantes por su valor histórico y su atractivo, aunque por otro lado doy gracias por no haber tenido que utilizarlo nunca. Situaciones de inestabilidad o conflicto como guerras o crisis económicas prolongadas no son precisamente momentos por lo que pueda sentir algún tipo de añoranza. "Vivir tiempos interesantes", como reza la maldición china, es algo de lo que el ser humano huye como por instinto.
Tiempos interesantes fueron, sin duda, los "años de plomo" italianos en la década de 1970. Como vimos en su día (los mini-assegni), Italia vivió durante este periodo su crisis política y social más grave desde la II Guerra Mundial. Los efectos de la crisis del petróleo fueron devastadores en un mundo que prácticamente había olvidado lo que era una recesión. El aumento del desempleo y la inflación deterioraron las condiciones de vida y provocaron un aumento de la conflictividad social, llegando incluso a tomar forma facciones terroristas de corte revolucionario. Las tristemente famosas “Brigadas Rojas” consiguieron marcar la agenda política italiana durante la segunda mitad de la década, sobre todo cuando secuestraron y posteriormente asesinaron a uno de los políticos más influyentes de la Italia de posguerra, Aldo Moro.
La depreciación de la lira, que llegó a un punto en el que las monedas metálicas vigentes tenían un valor intrínseco superior al facial, provocó una escasez de cambio que afectó a toda la población, especialmente al pequeño y mediano comercio. Como en muchas ocasiones, la solución vino de parte de la iniciativa privada cuando diferentes entidades de crédito pusieron a disposición de los comerciantes unos cheques conocidos como "mini-assegni" con valores entre 50 y 350 liras. Circularon como una moneda más entre 1975 y 1978, algo que sin duda ayudó a mantener las actividades económicas cotidianas en un momento delicado. Poco me imaginé cuando escribí sobre estos pequeños cheques emitidos para la circulación que las repercusiones de la crisis italiana tendrían efecto fuera de sus fronteras. O quizá en el caso de hoy no tan fuera.
San Marino es en un mundo globalizado un ejemplo de supervivencia, una verdadera reliquia en términos políticos. Se trata de la única ciudad-estado que queda en el norte de Italia, cuyo sistema permanece desde la época en que repúblicas como Florencia, Génova o Venecia dominaban el comercio mediterráneo. Situada entre las regiones de Emilia-Romaña y Las Marcas, consiguió su independencia del papado a finales del siglo XIII, y muchas de sus instituciones actuales datan de esa época. Una de las más llamativas es la figura de los capitanes regentes, que a modo de los antiguos cónsules romanos actúan como jefes de estado por parejas con el fin de controlarse mutuamente. Ha sobrevivido a invasores tan variopintos como los ejércitos papales (César Borgia dejó en este sentido un recuerdo poco grato en 1503) y las potencias el Eje durante la Segunda Guerra Mundial, y supo jugar sus cartas en situaciones tan delicadas como las invasiones napoleónicas e incluso a mediados del siglo XIX durante el proceso de unificación de Italia. Seguramente la ayuda logística que San Marino prestó a los revolucionarios y su buena relación con el emperador Napoleón III fueron clave en la preservación de su status como república independiente.
Pese a esta independencia (algo fácil de comprobar en muchas competiciones deportivas) la relación de San Marino con Italia es muy estrecha como nos podemos imaginar. Económicamente siempre ha sido un país muy integrado en Italia, estado con el que desde 1862 ha ratificado una unión aduanera. De hecho, antes del euro utilizó la lira, y por tanto sufrió la misma escasez de circulante de bajo valor a mediados de los 70. Prueba de ello es el "assegni" de 1976 que comparto hoy por valor de 200 liras emitido por la Cassa di Risparmio (es decir, la caja de ahorros) della Repubblica di San Marino, una de las entidades de crédito con más solera de este microestado. Un ejemplo de que las repercusiones sociales de una crisis económica llegan incluso a los lugares con más alto nivel de vida.
Mini- assegni no sabía de la existencia de esta forma de pago y gracias también por el apunte histórico de San Marino saludos cordiales José Ramón
ResponderEliminarEs todo un ejemplo de arqueología política. Un poco como un país más cercano para nosotros, Andorra, que aunque siempre haya estado rodeado de grandes potencias ha conseguido mantener su integridad y sus instituciones hasta nuestros días. Un saludo Adolfo
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