BILLETES CON (UNA) HISTORIA VII

Desde muy pequeño, cuando empecé a darme cuenta de mi inclinación hacia la geografía e historia, he sentido cierta debilidad hacia los mapas. Siempre me pareció asombrosa la capacidad del ser humano de poder representar de forma fiel, y muchas veces con todo lujo de detalles, un determinado territorio sobre el papel a escala reducida. Mucho más si se trata de mapas antiguos, de épocas en las que los cartógrafos contaban con limitados recursos pero una motivación incuestionable, sobre todo en aquellos casos en los que llegaban a territorios hasta entonces desconocidos para los europeos.

Reverso del billete de una peseta de 15 de Junio de 1945 con el mapa de
América de Joan de Oliva (1596)

En estos días en los que se derriban estatuas como supuesta forma de hacer justicia retrospectiva y saldar cuentas pendientes, me ha venido a la mente un antiguo billete de peseta que contiene uno de estos mapas. Forma parte de las emisiones del 15 de Junio de 1945 de una y cinco pesetas, que hacen referencia al papel decisivo que jugó España, o más concretamente la corona de Castilla, en la llamada era de los descubrimientos. Es cierto que hoy en día puede parecer obsoleto definir como descubrimientos a la llegada de los europeos a territorios habitados por pueblos seguramente procedentes de migraciones procedentes de Asia y Oceanía ocurridas en siglos anteriores. Además, desde hace varias décadas se da por hecho que Colón y su tripulación ni siquiera fueron los primeros europeos que llegaron al continente Americano, siendo los noruegos los que tuvieron ese honor al alcanzar las costas de Groenlandia y seguramente las de Terranova alrededor del año 1000. No obstante, es innegable que los viajes colombinos fueron los que tuvieron repercusiones a nivel mundial en cuanto a migraciones e intercambios y que, sumados a otros hechos de importancia similar en el desarrollo de las artes, las ciencias y la tecnología, marcaron el final de la Edad Media y el paso hacia una nueva época. 

La influencia hispánica en el comienzo de la Edad Moderna fue por tanto decisiva, un hecho que no pasó desapercibido durante el franquismo en su búsqueda de referentes históricos relevantes. Así, fue una constante durante la década de 1940 encontrar imágenes evocadoras de Cristóbal Colón y los Reyes Católicos en buena parte de los billetes puestos en circulación. Hoy en lugar de uno voy a comentar acerca de dos de estos billetes, que no solo coinciden en fecha sino también en la historia (con mayúscula y minúscula) que contienen. 

Capitulaciones de Santa Fe en el anverso del billete de 5 pts. de 1945
El billete de cinco pesetas de 1945 reproduce dos escenas en ambas caras. El anverso, en el que podemos ver a Colón presentado un documento a la reina Isabel, recoge las célebres "Capitulaciones de Santa Fe". Colón, genovés de nacimiento pero afincado en Portugal, llevaba tiempo gestando un proyecto marítimo en el que fuera posible alcanzar las costas de Asia por occidente. Al encontrarse los portugueses ocupados en sus rutas hacia oriente rodeando África, decidió también buscar fortuna en el este, concretamente en el reino de Castilla. A finales del siglo XV, la unión dinástica entre las coronas de Castilla y Aragón presagiaba una futura unión de los reinos hispánicos, y la conquista del reino de Granada confirmaba esta pretensión. Santa Fe era una ciudad castrense situada en las afueras de Granada desde la que los Reyes Católicos preparaban el asalto final  del reino nazarí. A finales de 1491 Colón fue citado allí para exponer su empresa, que no fue en principio aceptada por los monarcas. De hecho, le costó a Colón meses convencerlos de las virtudes de su proyecto gracias a la intermediación de personajes cercanos a la corte, tiempo durante el cual Colón pudo presenciar la caída del último reino musulmán de la península en Enero de 1492, acontecimiento que queda inmortalizado en el reverso del billete. 

Toma de Granada en el reverso del billete de 5 pts. de 1945

Es de justicia reconocer que Colón debía ser todo un gran negociador porque pese a las reticencias iniciales consiguió de la reina Isabel nada menos que el reconocimiento como virrey y gobernador de aquellos territorios que descubriera, la obtención del diezmo sobre beneficios y rentas o el derecho a participar con una octava parte en futuras expediciones comerciales hacia los nuevos territorios, entre otros privilegios. Así, partió de Palos de la Frontera el 3 de Agosto de 1492 con dos carabelas (la Pinta y la Niña) y una nao (la Santa María), que tras un breve parada en Canarias se adentraron rumbo a lo desconocido un mes después. 

La historia que sigue es de sobra conocida. Los cálculos de Colón demostraron ser doblemente erróneos: no solo la distancia a las costas de Asia era mucho más larga de lo estimado, sino que además había un continente en medio que conectaba los dos polos del planeta. Este último hecho no se descubrió hasta algunos años más tarde, y fue curiosamente lo que impidió que el Nuevo Mundo fuera bautizado como Colombia. Los primeros mapas del mundo que incluían las costas e islas recién descubiertas, como la Carta Marina de Martin Waldseemüller de 1507, optaron por América en honor a Américo Vespucio, explorador que seguramente fue de los primeros en comprender que se trataba de un continente independiente de Asia. Pese a que en poco tiempo Colón fue reconocido como el primer europeo en llegar al continente americano (concretamente a la costa norte de la actual Venezuela), la denominación América ya había arraigado en el imaginario colectivo y en la cartografía. 
Anverso del billete de 1 pta. con la reina Isabel

Y es en estos fascinantes mapas donde me quiero detener a continuación. El billete de una peseta, que presenta de nuevo a la reina Isabel en el anverso, muestra en su reverso una ilustración de un portulano de finales del siglo XVI del Caribe y Golfo de México acompañado de la imagen de un indígena, toda una concesión hacia las poblaciones autóctonas de la zona. Tras hacer una serie de comprobaciones (y fijarme en su esquina inferior izquierda), se trata de la Carta de la parte oriental de América del Norte, Golfo de México, Antillas y porción septentrional de América del Sur de 1596 de Joan de Oliva. Las cartas portulanas eran mapas muy precisos que se empezaron a elaborar en el siglo XIII y, como su propio nombre indica, reflejaban los puertos más importantes (de hecho por lo general las poblaciones de interior no se mencionan) así como una retícula que indicaba las direcciones o rumbos de acuerdo con la rosa de los vientos. Esto sirvió a los navegantes para orientarse con brújula, gracias a lo cual la navegación y el comercio marítimo conocieron un desarrollo nunca visto hasta entonces. Es habitual muchas veces caer en el simplismo de considerar la Edad Media como una época oscura y retrógada, lo cual hace necesario puntualizar que muchos de los avances que marcaron el paso hacia la Edad Moderna tuvieron su origen durante el tramo final del medievo. Los portulanos son un buen ejemplo de ello. 

Además, son unas verdaderas obras de arte, decoradas a menudo con motivos mitológicos, marinos o con representaciones más o menos idealizadas de las monarquías del momento. El mapa de Joan de Oliva me ha llamado la atención por las denominaciones de los territorios utilizadas en aquel momento. Sudamérica es definida como India, una prueba más de cómo una vez que se adopta un nombre es difícil prescindir de él, por muy inexacto que sea. Podemos ver también Spagnola sobre la isla que hoy día alberga los estados de Haití y República Dominicana y la denominación Mare Occeano sobre el Atlántico, respetando así el nombre elegido por griegos y romanos en la Antigüedad. Si nos detenemos en América del Norte, podemos ver un territorio que nos resultaría familiar, La Florida, y otros cuyos nombres se han perdido con el tiempo: Capaschi, en una zona que vendría a ocupar los actuales estados de Texas y Luisiana; Nova Francia más al norte, donde se encontrarían Kentucky y Tennessee; Chilaga, Calicua, Avagal... Lugares prácticamente desconocidos para aquellos exploradores, que convertían la cartografía en un perfecto ejercicio de precisión e imaginación.  

Imagen del mapa de Joan de Oliva en el que se inspira el billete de 1 pta.
con la rosa de los vientos bien visible en su parte superior y a la derecha
(http://rla.unc.edu/EMAS/Ultramar.html#1A)

Con estos magníficos billetes quiero desearos un verano lo más feliz posible, durante el cual os podáis reencontrar con todas aquellas personas especiales a las que no habéis podido ver durante todos estos interminables, pero también inolvidables, meses de aislamiento. 

 

Sobre los viajes de Colón y las Capitulaciones de Santa Fe: 

Armillas, J.A. Descubrimiento y contacto con otros mundos en en Historia Moderna Universal, de Alfredo Floristán (coord,) Editorial Ariel S.A. 2002 (Barcelona)
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/cristobal-colon-y-capitulaciones-santa-fe_14075

Para ver mapas antiguos más en detalle, como los de Joan de Oliva: 
http://rla.unc.edu/EMAS/Ultramar.html

Sobre los portulanos:
https://www.meteorologiaenred.com/portulano.html





Comentarios

  1. Excelente post de notafilia y con los mapas y la historia,parece que por fin se sabe que Colón era genovés y afincado en Portugal por lo que comentas,los tratos con la reina, increíble las dotes de negociador de este hombre,te deseo un buen verano José Ramón, saludos cordiales

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    1. Gracias Adolfo. Como un billete es un lugar excelente para representar un mapa, creo que voy a empezar una búsqueda de "dinero cartográfico". Seguro que encuentro cosas interesantes:) Feliz verano para ti también

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