DINERO AFILADO

¿Pueden servir los clavos como medio de intercambio?
(Encyclopedia of Money
, by Larry Allen)
El dinero-mercancía, es decir, aquel que tiene valor por sí mismo y así es reconocido por la sociedad que lo utiliza, puede adoptar formas curiosas e interesantes. Tradicionalmente los metales como el oro y la plata han cumplido con éxito este papel pero cuando éstos han escaseado o no han llegado por diferentes motivos las sociedades no han dudado en utilizar todo tipo de bienes considerados valiosos. Durante los más de seis años que llevo ofreciendo curiosidades hemos podido analizar formas de dinero-mercancía tan dispares como los cigarrillos de la Alemania de la posguerra, el arroz del Japón medieval o el cacao de la América precolombina.  El ejemplo de hoy es seguramente uno de los más parecidos al circulante oficial como veremos a continuación. 


La Norteamérica colonial conoció un verdadero boom del uso de dinero-mercancía distinto de los metales preciosos. En este contexto, en el que la mayor parte del circulante monetario era utilizado para la adquisición de bienes europeos, los productos agrícolas, abundantes y preciados en estas latitudes, fueron los más utilizados como medio de pago. Maíz, trigo, tabaco o arroz son buenos ejemplos de ello, aunque convivieron con otros productos como carnes, pescado o mantequilla. Su importancia en el comercio fue tal que los órganos legislativos de las diferentes colonias regularon su uso, estableciendo las equivalencias de los productos intercambiados con su valor en dinero de curso legal.  Tal y como indica Larry Allen en su “Ecyclopedia of Money” Carolina del Sur aprobó una ley en 1687 que establecía equivalencias como:

  • Maíz: dos chelines por bushel (8 galones, aprox. 36 litros)
  • Guisantes indios : dos chelines y medio por bushel
  • Guisantes ingleses: tres chelines y medio por bushel
  • Carne de cerdo: 20 chelines por hundredweight o quintal (aprox. 50 kg.)
  • Carne de vacuno; dos peniques por libra (454 grs.)
  • Tabaco: dos peniques por libra
  • Alquitrán: ocho chelines por barril
No obstante, el empleo de esta clase de dinero mercancía revestía dos grandes problemas. Uno de ellos tenía que ver con su calidad, pues en muchos casos los productos agrícolas o ganaderos de peor calidad podían reservarse para los intercambios comerciales, generando todo tipo de disputas y controversias. Y aunque se tratara de mercancías de calidad, estamos hablando de productos en muchos casos perecederos que por tanto no podían ser objeto de muchas transacciones. Este problema se solventaba con el establecimiento de inspecciones de calidad pero suponía una carga añadida a una administración que en muchos casos tenía dificultades en controlar de forma efectiva todo su territorio. El otro problema era el relativo al transporte. Lógicamente, la cantidad de producto requerido para hacer los pagos excedía con creces el peso de la moneda a la que equivalía, por lo que las grandes transacciones podían resultar muy problemáticas y costosas en medios y tiempo.   

Clavos antiguos de diferentes tamaños (Odd & Curious Money, C. Opitz)
Pues bien, aunque no estuviera muy extendido, el uso de clavos podía ofrecer una solución simple a los problemas planteados. En este contexto colonial, en el que la construcción de viviendas y otras infraestructuras vivía un periodo de auge, un bien como los clavos podía ser muy preciado y relativamente escaso. Al mismo tiempo, resultaban mucho más prácticos, ya que eran fácilmente transportables y, al estar hechos de metal, no existía el peligro de que perdieran calidad, al menos en el corto plazo. Además, dependiendo de su tamaño, se les podían asignar diferentes valores ajustados a su precio, lo que ofrecía a los usuarios la posibilidad de contar con un equivalente a la calderilla. En muchos sentidos, los clavos proporcionaban a la población la mayor parte de las ventajas de la moneda de curso legal sin necesidad de establecer una ceca.
Aún así, el uso de clavos en las transacciones económicas no debió ser muy extendido en la Norteamérica prerrevolucionaria, pues no parece que se incluyera en las legislaciones locales como moneda de cambio como sí ocurrió con otros bienes. De cualquier forma, el uso de clavos llegó a preocupar a las autoridades en algunos casos porque, según parece, eran tan escasos que muchos particulares llegaban a quemar edificios abandonados para poder hacerse con ellos fácilmente. Virginia aprobó una ley en 1646 que ofrecía a los propietarios el valor de los clavos en las casas vacías para que éstas no fueran deliberadamente destruidas.
El empleo de clavos como moneda está recogido nada menos que en La Riqueza de las Naciones de Adam Smith de 1776, donde el autor afirma “(...) me han dicho que hoy mismo en un pueblo de Escocia no es extraño que un trabajador lleve clavos en lugar de monedas a la panadería o la taberna.”  Allen señala además  que existen evidencias de que los clavos se pudieron emplear como dinero en zonas de minería de carbón en Francia durante el siglo XIX. Resulta realmente curioso comprobar cómo en muchos casos ante la escasez de circulante el ser humano acude de forma instintiva al metal como valor seguro en las transacciones (el propio Smith enumera en su obra las ventajas que siempre ha ofrecido el metal frente a otros tipos de dinero-mercancía). La utilización de clavos, aunque de forma aislada y menos recurrente que otras formas de dinero, vendría a demostrar que en los momentos en los que el circulante es escaso o inexistente, las sociedades son capaces de ponerlo en marcha por sí mismas.

Aunque no se trate de un objeto especialmente atractivo para el coleccionismo, no cabe duda de que los clavos nos plantean interesantes cuestiones acerca del origen del dinero y de su papel en la sociedad. 

Encyclopedia of Money, by Larry Allen, ABC-Clio Inc. Santa Barbara, California 1999
Smith, A. La Riqueza de las Naciones, Alianza Editorial - Colección el libro de bolsillo 2011
Odd and Curious Money, descriptions and values, by Charles J Opitz, 2nd Edition 1991


Comentarios

  1. Asi de repente se me plantea una duda,es fácil a día de hoy para el coleccionista encontrar este material?,excelente post,muy ilustrativo como siempre,un saludo José Ramón

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    1. Hola Adolfo. Es una buena pregunta, no parece que se trate de objetos muy caros, no obstante el problema que creo que se plantea para el coleccionismo es el de la acreditacion su uso como moneda. Además, no me consta que por el momento exista mucho interés entre los coleccionistas, aunque esto siempre podría cambiar. Un saludo

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