EFECTOS DE LA HIPERINFLACIÓN (X): CHINA
Fiel a una tradición autoimpuesta de conmemorar los
aniversarios de Curiosidades Numismáticas con monedas o billetes orientales, me
complace compartir hoy un repaso sobre la experiencia hiperinflacionaria de
China, ligada estrechamente a los momentos más dramáticos que vivió este país
durante el siglo XX: la guerra civil entre el Kuomintang y el Partido Comunista
y la Segunda Guerra Mundial. Si bien es cierto que se trata de un escenario de
enorme complejidad (nada en un país de las dimensiones y la historia de China
puede ser simple) las causas de la hiperinflación deben buscarse en la gestión
de la economía y las finanzas por parte del Kuomintang y su líder indiscutible
Chiang Kai Shek.
Chiang Kai Shek (1887 - 1975) (fuente: wikipedia) |
Hasta los años 20 del siglo pasado no había existido una
institución en China que hiciera las veces de Banco Central. El sistema
monetario chino, pese a las enormes cantidades de cobre en circulación, estaba
basado en el intercambio de plata. Los bancos privados que operaban por el país
emitían sus propios billetes canjeables por plata, que podían circular
libremente junto con billetes de otros bancos. Esta falta de control central
curiosamente servía de freno a la inflación, pues a los bancos privados,
lógicamente, no les interesaba depreciar su propio dinero emitiendo más papel
del que pudieran canjear por plata. Como veremos a continuación, este principio
no lo tienen por qué tener tan claro los gobiernos.
Pese a todas las dificultades (conflictos internos no
resueltos y la cada vez mayor intromisión de los japoneses con la creación del
estado títere de Manchukuo en el norte) China pudo sortear los efectos devastadores de la crisis
financiera del 29 e incluso experimentó cierto crecimiento gracias a un boom de
sus exportaciones. No obstante, el New Deal de Roosevelt jugó en contra del
gigante asiático unos pocos años después. Dentro de las medidas para
revitalizar la economía doméstica y estimular una subida de precios, el
Congreso de Estados Unidos aprobó en
1934 el Acta de Compra de Plata (Silver Purchase Act) con el fin de aumentar el circulante de este
metal. Esta compra masiva a precios superiores a los establecidos, tuvo como
consecuencia una salida de plata de China que sumió al país en una crisis
deflacionaria que dañó seriamente sus estructuras productivas. Poco después, en 1935, el Banco Central de
China tomaba la decisión de abandonar el estándar de plata y emitir dinero
fiduciario, lo que permitía al gobierno monetizar su deuda (en otras palabras,
activar la máquina de fabricación de dinero). Se completaba así un escenario en
el que se unía una intromisión gubernamental cada vez mayor en el sistema
financiero (el estado se había convertido de hecho en el mayor accionista de
todos los bancos privados) con la posibilidad de financiar el déficit a través
de la impresión de papel moneda, todo ello en un contexto de inestabilidad
política, altísimos niveles de corrupción y deterioro del sistema productivo.
Hacía falta muy poco más para empezar a emitir grandes
cantidades de dinero, y la guerra con Japón a partir de 1937 ofreció la excusa
perfecta. Se calcula que durante el periodo 1937-1945 el gobierno chino cubrió
entre el 65 y el 80 % de sus gastos con la emisión de dinero. Entre los años
1941 y 1945 el déficit presupuestario se centuplicó y los precios subieron nada
menos que un 10.000 %, provocando como es lógico una rápida pérdida de la
confianza en el yuan por parte de la sufrida población china. Los tímidos
intentos de llevar a cabo un control de precios no fueron posibles dado que
China no contaba ni con los recursos ni con estadísticas fiables para ello,
menos aún en un contexto bélico.
La derrota de Japón en Septiembre de 1945 ofreció al
gobierno chino un breve respiro de unos meses en los que los precios se
estabilizaron, pero solo fue un espejismo. La guerra interna contra las fuerzas
del Partido Comunista de Mao Zedong, latente durante el conflicto con los japoneses,
volvió en toda su crudeza a partir de 1946, y con ella la espiral inflacionaria
dado que el gobierno de Chiang ya no encontraba otra manera de financiar sus
crecientes gastos militares. Si al final de 1946 existían alrededor de 9
billones (9 seguido de 12 ceros) de yuanes en circulación, una cantidad ya de
por sí extraordinariamente alta, un año después subía a 60 billones, situándose
a mediados de 1948 en casi 400 billones. Entre Junio de 1946 y Agosto de 1948
los precios subieron en Shanghai la escalofriante cifra de 146.722 %. La
creación de un nuevo yuan equivalente a 3 millones de los antiguos fue una
medida completamente inútil, ya que los precios y la masa monetaria siguieron
aumentando sin control.
Quizá uno de los principales efectos de esta hiperinflación
fue el de propiciar la caída del gobierno del Kuomintang en Mayo de 1949. Es
evidente que las causas de la derrota de Chiang Kai Shek fueron más complejas,
y su explicación excedería con mucho los límites de este artículo, pero es
indudable que una hiperinflación de estas dimensiones pudo contribuir
decisivamente a la progresiva pérdida de prestigio del gobierno nacionalista
ante la población, pues como es sabido las subidas de precios descontroladas
afectan muy especialmente al poder adquisitivo de las clases medias y bajas.
Curiosamente, pese a las ingentes cantidades de yuanes que se emitieron durante
este convulso periodo, solo he podido hacerme con el billete de 10.000 de 1947
que podéis ver en las imágenes. Refleja, como la inmensa mayoría de los billetes
emitidos durante esta época, la imagen del fundador del Kuomintang Sun Yat Sen,
que jamás habría podido imaginar un final como este para la República de China
que él se esforzó en impulsar tres décadas antes.
Encyclopedia of Money, by Larry Allen, ABC-Clio Inc. Santa Barbara, California 1999
The Great Chinese Inflation, by Richard M. Ebeling, The Freeman December 2004
Hyperinflation in China, 1937 - 1949, by Mike Hewitt, The Market Oracle 2007
Gracias como siempre,un placer leerte,un saludo
ResponderEliminarUn placer, como siempre, verte por aquí. Saludos,
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