EL YUAN DE TAIWÁN
Taiwán (en rojo) y la República Popular China 36.000 Km2 frente a 9,5 millones (fuente: wikipedia) |
Siempre he pensado que, para entender la historia reciente de
China y Taiwán y las relaciones entre ambas, podemos establecer un símil con
nuestro país con un ejemplo de algo que no sucedió pero podría haber sucedido.
Imaginemos que, en Marzo de 1939, con los ejércitos de Franco a punto de entrar
en Madrid, el Gobierno de la República decide, con el apoyo expreso de Francia
y Gran Bretaña, trasladar lo que queda de su administración, ejército y élites políticas e intelectuales a Menorca y constituir esta isla como la sede del gobierno legítimo de
España, de tal forma que su constitución y sus leyes continúan aplicándose en
este reducido territorio. Franco, ante la amenaza de vérselas con las democracias occidentales y con la inmensa mayor parte del territorio español controlado de
forma efectiva, decide no invadir Menorca, al menos en el corto plazo. Con el
tiempo la situación se enquista y durante décadas tenemos dos gobiernos
españoles compitiendo por ostentar la representación legítima de nuestro país:
el Estado Español de Madrid y la República Española de Menorca. La confusión
para muchos observadores internacionales estaría servida, y los roces entre ambos
gobiernos hubieran estado a la orden del día.
En nuestro caso es probable que la reunificación efectiva
hubiera tenido lugar en 1978, momento en que el Estado Español se convirtió en
monarquía constitucional. Eso, claro, si el ficticio gobierno de Menorca
hubiera renunciado a la forma republicana de estado en aras de una pacífica
resolución de un conflicto enquistado durante décadas. El caso chino, que es al
fin y al cabo el tema central de la entrada de hoy, no parece que vaya camino
de resolverse, al menos de forma pacífica, sino que tiende a una suerte de "coexistencia pacífica".
50 dólares taiwaneses de 1972, con Sun Yat Sen |
Mao Zedong, sin embargo, no estaba dispuesto a someter sus
fuerzas a las de Chiang, por lo que la guerra civil se hizo inevitable, una
guerra que suponía un castigo adicional a una población que llevaba encadenando
conflictos desde 1937. Pese a la aparente superioridad del Kuomintang en cuanto
a hombres, armamento y apoyos internacionales (muy especialmente el de Estados
Unidos, que contaba con el gigante chino como el gran aliado en Asia frente a
la URSS) una serie de circunstancias inclinaron la balanza en favor de los
comunistas. Explicado de forma muy básica, puede decirse que el Kuomintang
estaba estableciendo un régimen de carácter despótico y clientelar, con unos niveles de corrupción que
le impidieron alcanzar progresos tangibles o incrementar su base social. Sin
embargo, los comunistas supieron ganarse hábilmente al campesinado, tradicional
pilar económico y social de China, a su causa mediante el reparto de tierras
entre los desfavorecidos y estableciendo medidas colectivizadoras en los territorios controlados por ellos. Durante el
año 1949 los principales centros de poder del Kuomingtang fueron cayendo como las
fichas de un dominó hasta que Chiang no vio otra salida que trasladar su
gobierno a la isla de Taiwan como forma de establecer el control efectivo de un
territorio, por reducido que fuera: 36.000 km2 frente a los 9,5 millones de km2
de la China continental, donde en 1949 se consolidaba la nueva República Popular.
50 dólares taiwaneses de 1990, que homenajean billetes antiguos de la República de China |
Pese a esta humillación, una serie de acontecimientos relacionados con
los complicados equilibrios geopolíticos de la llamada Guerra Fría permitieron
a Chiang mantener su moribunda República de China en Taiwán como premio de
consolación. La Guerra de Corea de 1950, en la que la coalición liderada por Estados
Unidos llegó a enfrentarse directamente con la República Popular China,
confirmó a las potencias occidentales la importancia de mantener a toda costa
aliados seguros en Asia Oriental para contener el avance del comunismo. Desde aquel
momento, Estados Unidos blindó su alianza con la República de China en Taiwán,
ofreciendo a Chiang protección en caso de ataque desde el continente mediante
el Tratado de Defensa Mutua y la Resolución de Formosa (antiguo nombre de la
isla) de 1955.
Desde entonces, la evolución de los gobiernos de Beijing y
de Taipei ha seguido rutas radicalmente
distintas, aunque con algunas coincidencias. Ambos gobiernos reclaman la
soberanía de todo el territorio chino, por lo que es imposible mantener
relaciones diplomáticas formales con ambos: el reconocimiento de uno implica
renunciar a reconocer al otro. Durante sus primeros años, Taiwán consiguió un amplio
reconocimiento internacional, siendo incluso considerado uno de los miembros
permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, pero a partir de la
década de 1970 el giro norteamericano hacia una política de distensión con el
bloque comunista llevó a un cada vez mayor reconocimiento oficial de la
República Popular China, de tal forma que hoy en día únicamente 20 estados
reconocen a Taiwán, entre ellos varios centroamericanos y el Vaticano. Taiwán
se comporta pues como un estado soberano de facto, pero no de iure.
Ambos gobiernos mantuvieron durante décadas un mandato
autoritario de partido único, aunque tras la muerte de Chiang Kai Shek en 1975
el gobierno de Taipei inició una serie de reformas encaminadas a construir un
sistema democrático, algo que no ha encontrado paralelismo en Beijing. En lo
económico, los dos gobiernos han conocido espectaculares crecimientos
económicos, Taiwán a partir de la década de 1960 y la República Popular a
partir de la de 1990, adoptando un modelo económico capitalista de facto. Una eventual
reunificación, sin embargo, no parece posible debido a las enormes divergencias
políticas que separan a ambas repúblicas. China defiende el modelo “un país dos
sistemas” mientras que Taiwán ha dejado aparcada su antigua vocación de control
de la totalidad del territorio chino por objetivos menos ambiciosos, prefiriendo centrarse en consolidar su propio
autogobierno y establecer canales alternativos a la diplomacia tradicional para relacionarse con otros países.
Una de las diferencias entre los dos gobiernos puede encontrarse en su moneda, como queda patente en la entrada de hoy. Una de las primeras medidas del gobierno nacionalista de Taipei fue la puesta en marcha del Nuevo Dólar de Taiwán (en chino xin tài bì, literalmente “nueva moneda de Taiwán”) como sustituto del antiguo Dólar Taiwanés, la moneda provisional que sustituía al yen tras la devolución de la isla a soberanía china en 1945. Este antiguo Dólar se había visto afectado por la hiperinflación propia de la guerra civil en la China continental, que había llegado a una tasa mensual del 5.000 % en su peor momento. En la República Popular, mientras tanto, se consolidaba el renmin bì, es decir, “la moneda del pueblo”.
50 yuanes de la República Popular China. En el centro vemos los caracteres 伍 y 拾 (5 y 10, que forman 50) junto a 圓 (yuan), exactamente como en los 50 dólares taiwaneses |
Estas monedas han evolucionado de forma independiente, de tal manera que hoy en día un euro equivale aproximadamente a 7,5 yuanes chinos y 35 dólares taiwaneses. Además de su valor, difieren sustancialmente en su simbología, pues los yuanes honran a Mao Zedong mientras que los dólares taiwaneses continuaron la tradición de homenajear a Sun Yat Sen, fundador de la república. La diferencia que encuentro más interesante, ahora que estoy adentrándome en el aprendizaje del idioma chino, es la caligrafía. Durante la segunda mitad del siglo XX el gobierno comunista acometió la simplificación del lenguaje escrito mediante la eliminación de trazos en muchos caracteres con el fin de impulsar una verdadera reforma educativa y favorecer la alfabetización. Así, mientras los dólares taiwaneses emplean la caligrafía tradicional los yuanes chinos utilizan la forma simplificada. Las dos monedas, sin embargo, coinciden en algo: considerar al yuan como su unidad de cuenta. De esta forma, podemos ver en ambas el carácter 圓 (yuan) junto con los numerales empleados en las finanzas (que dicho sea de paso son más enrevesados que los numerales corrientes).
Diferencias insalvables, inevitables similitudes… al fin y al cabo, China y Taiwán son el mismo país…¿o no?
Gernet, J. El Mundo Chino. Editorial Crítica, Barcelona 1991
Ceinos, P. Historia Breve de China, Sílex Ediciones S.L. Madrid, 2006
Extraordinario post una vez más,un saludo José ramón
ResponderEliminarMuchas gracias Adolfo, la verdad es que los posts que tratan sobre la historia de China los disfruto especialmente, más ahora que estoy aprendiendo su idioma. Un saludo,
EliminarPues suerte José Ramón,decirte que yo hace años que tengo una cierta obsesión(en el buen sentido de la palabra,por supuesto,y me empecé a interesar por la caligrafía tanto china,japonesa,y coreana,sólo soy un aficionado,se escribir algunos ideogramas,pocos,pero creo que con memoria y mucho esfuerzo podría aprender mucho más,tu blog como siempre fuente de inspiración.y conocimiento,te estoy muy agradecido,un cordial saludo
ResponderEliminarYo sí te agradezco no solo que leas mis artículos sino que además entres a participar. Y, por supuesto, te animo a que sigas adentrándote en las culturas orientales, grandes desconocidas y muy necesarias para comprender el mundo actual. Un cordial saludo,
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