EL DRAM DE NAGORNO-KARABAJ

En entradas anteriores hemos tenido la oportunidad de descubrir monedas de territorios no reconocidos como estados por la comunidad internacional pero con características propias de uno: un gobierno efectivo, instituciones propias de un poder legislativo, ejercicio del monopolio de la violencia mediante un cuerpo de policía y ejército y la capacidad de establecer una organización económica, que en algunos casos puede conllevar el uso de una moneda propia.

Situación de Nagorno Karabaj en el sur del Cáucaso y la zona ocupada en
Azerbaiyán (fuente: www.igadi.org)



Es el caso de Nagorno-Karabaj, enclave de población armenia dentro del vecino Azerbaiyán, y que ha dado lugar a un conflicto (normalmente latente pero con episodios ciertamente violentos) que dura ya casi tres décadas. El sur del Cáucaso, zona de confluencia de diferentes imperios y poblaciones y puente entre dos continentes, ha sido siempre considerado como una zona estratégica y por lo tanto escenario de tensiones y conflictos. De hecho, cuando repasamos brevemente la historia de Armenia, nos damos cuenta de que sus fronteras han sido objeto de constantes modificaciones, siempre ligadas a los vaivenes políticos de los imperios que le rodeaban. En la Antigüedad, sus casi seis siglos de independencia finalizaron una vez la parte occidental fue anexionada por los romanos en 387 d.C. y la parte oriental al Imperio Persa Sasánida en 428 d.C. A mediados del siglo VII, al igual que gran parte del mundo conocido, sufrió la invasión y posterior anexión al Califato Árabe. Las presiones recibidas para convertirse al islam provocaron una diáspora hacia zonas controladas por Bizancio dada la resistencia mostrada por los armenios, que aún hoy hacen de su fe cristiana un signo de identidad en una zona de mayoría musulmana.

Únicamente cuando el imperio árabe mostró signos de debilitamiento Armenia pudo recuperar su independencia a mediados del siglo IX a través del establecimiento de un principado. A partir de 1045 Armenia volvió a estar en el centro de las disputas entre imperios rivales al ser ocupada por los bizantinos, y posteriormente por los pueblos turco-mongoles procedentes de Asia Central:  primero los selyúcidas en 1071 y más adelante en el siglo XIII los mongoles. A partir del siglo XV Armenia se incorporó progresivamente al pujante Imperio Otomano aunque como en otras épocas de su historia su territorio se convirtió en frontera entre dos estados rivales: los otomanos y los persas safávidas. Durante siglos, Armenia no solo careció de estructuras político-administrativas autónomas sino que además su población literalmente se desperdigó por diferentes puntos del Imperio Otomano, Europa del Este y el subcontinente indio. 

Detalle de un billete de 100 rublos de 1918 con mapa de Transcaucasia
Los rusos, que durante los siglos XVII-XVIII inician una constante expansión hacia los confines de Asia, se interesaron también por el Cáucaso, al que accedieron a principios del siglo XIX tras derrotar a los turcos en 1829. La integración en un estado cristiano como la Rusia de los zares no solucionó los problemas de los armenios, pues muchos siguieron viviendo bajo la soberanía del sultán otomano. La parte oriental de Armenia se integró en el Imperio Ruso, lo que animó a muchos armenios a regresar, pero los que permanecieron en territorio otomano lo hicieron en condiciones cada vez más desfavorables y bajo una constante tensión con las autoridades turcas. La rivalidad entre el Imperio Otomano y Rusia en la Primera Guerra Mundial exacerbó el odio hacia los armenios, insistentemente acusados de trabajar para el enemigo. Entre 1915 y 1922 fueron asesinados aproximadamente millón y medio de armenios en lo que se considera el primer genocidio de la historia moderna. 

Pese a su retirada del frente a principios de 1918 y su aislamiento internacional, la nueva Unión Soviética consiguió reafirmar sus intereses en el Cáucaso después de unos años en los que el debate sobre la independencia de Armenia fue ahogado por un sangriento conflicto con una Turquía que se resistía a ver su territorio reducido. En 1920 los turcos lograron conservar la parte occidental de Armenia mientras que la parte oriental quedaba bajo dominación soviética, establecida como República Socialista Soviética hasta 1991. Esta época trajo la estabilidad y prosperidad que Armenia no había conocido desde hacía tiempo, pero dejó pendiente un problema territorial que aún hoy sigue sin resolverse: el enclave de Nagorno-Karabaj, situado en la parte oeste del vecino Azerbaiyán.

Nagorno-Karabaj, territorio de mayoría armenia (que de hecho prefiere la denominación Artsaj para esta región), fue integrado en Azerbaiyán una vez que la Unión Soviética confirmó la incorporación de la región Transcaucásica a su esfera de influencia. Rusia tenía un particular interés en esta región no solo por sus lazos históricos y culturales sino también por sus recursos naturales, especialmente el petróleo. Tras los convulsos momentos que se vivieron en la zona a principios de la década de 1920 la URSS decidió delimitar las fronteras de las repúblicas de Transcaucasia de forma muy favorable a Azerbaiyán en detrimento de Armenia, seguramente como forma de mostrar buena voluntad hacia Turquía así como de practicar la clásica política de "divide y vencerás". De esta forma, en lugar de integrar Nagorno Karabaj en Armenia (como los armenios habían esperado), se declaró este pequeño territorio de unos 11.400 Km2 (extensión similar a la provincia de Guadalajara) como región autónoma dentro de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán. 
Monedas de 1/2, 1 y 5 dram de Nagorno-Karabaj (2004)

Durante décadas, el férreo control soviético mantuvo las tensiones a raya, pero cuando este control comenzó a debilitarse, éstas inevitablemente volvieron a manifestarse. 1988 fue el año en que estalló el conflicto entre los armenios de Nagorno-Karabaj y las autoridades azeríes, que se saldó con entre 20.000 y 30.000 muertos así como con el control de facto de los armenios de este territorio y de sus alrededores hasta alcanzar la frontera con Armenia. En 1991 la República de Nagorno-Karabaj, en medio del caos producido como consecuencia de la desintegración de la URSS, se declaró independiente. En 1994 Rusia consiguió impulsar un alto el fuego que aún hoy se encuentra vigente, aunque han sido frecuentes los episodios más o menos violentos entre las partes en conflicto, el último de ellos en Abril de 2016. Pese a que Nagorno-Karabaj no es hoy día una república reconocida por ningún estado o institución internacional (ni siquiera Armenia, su mayor apoyo en la región) y oficialmente sigue considerada parte íntegra de la República de Azerbaiyán, se comporta como un estado soberano de hecho. 

Reverso común de todas las monedas
con el escudo de la República de
Nagorno-Karabaj
Dentro de las atribuciones de esta soberanía se encuentra la de adoptar su propia moneda. Hoy día la moneda principal en circulación en Nagorno Karabaj es el dram armenio (520 drams equivalen a un euro), pero sus autoridades no han dudado en emitir a partir de 2004 un dram propio cuya tasa de cambio, como nos podemos imaginar, es paritaria a la moneda armenia. Aunque es de curso legal, el dram de Nagorno Karabaj es más objeto de curiosidad por parte de los coleccionistas que una moneda de uso corriente. De hecho, están fabricadas por la Educational Coin Company (http://www2.educationalcoin.com/), uno de los mayores proveedores mundiales de material numismático y notafílico.

La emisión de 2004 que presento en las imágenes consiste en monedas de 50 luma (medio dram) y 1 dram de aluminio con diferentes animales salvajes en el anverso y un retrato al más puro estilo bizantino de San Gregorio el Iluminador, fundador y patrón de la Iglesia apostólica armenia en los siglos III-IV. Las monedas de 5 dram, de una aleación de cobre, níquel y zinc, presentan dos monumentos emblemáticos de Nagorno-Karabaj: la iglesia de Ghazanchetots y el conjunto escultórico "Somos Nuestras Montañas", que representa (de forma un tanto esquemática) un hombre y una mujer del Alto Karabaj. Moneda poco común donde las haya, tiene un precio bastante razonable, lo que hace de ella un artículo al que ningún aficionado a las curiosidades numismáticas puede renunciar. 


Fuentes: 

Comentarios

  1. la serie de monedas de 2004,que muestras en el post,no se,tienen una belleza mágica,dentro de lo relativamente simple de su diseño son muy hermosas,un saludo

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    1. Cierto, además de ser unas monedas relativamente difíciles de encontrar, muy originales y con un precio muy razonable. Gracias por tu comentario, un saludo

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