UCRONÍA NUMISMÁTICA
Corona de fantasía de Eduardo VIII de 2006 que conmemora el 70 aniversario de su reinado |
Todo aficionado o estudioso de la historia, como es el caso del que aquí escribe, es en mayor o menor medida aficionado a la ucronía, o aquella reconstrucción histórica basada en hechos posibles pero que realmente no han sucedido. A lo largo de la Historia han tenido lugar muchos momentos clave, decisivos en la formación de acontecimientos posteriores, pero que cuando se analizan es fácil caer en la cuenta del peso del azar o los imponderables en el resultado final. Muchas veces un acontecimiento histórico de gran relevancia ha dependido de la puntería de un tirador (la historia de Estados Unidos está llena de ejemplos sobradamente conocidos en este sentido) de las condiciones climatológicas (por ejemplo, la derrota de la Armada Invencible) o de errores de cálculo más o menos patentes (como los muchos que cometió Hitler en su gestión de los asuntos militares). Así, es inevitable preguntarnos con cierta frecuencia: ¿y si las cosas hubieran ocurrido de otra manera?
Reverso de la corona de fantasía de Eduardo VIII |
El género de la ucronía (what if en inglés) ha sido muy cultivado en los últimos años, aunque dista mucho de ser nuevo. Construir un pasado o presente alternativo en base a unos acontecimientos que jamás tuvieron lugar pero que podrían haber ocurrido conduce siempre a la reflexión acerca de la importancia de las consecuencias de cualquier acción (o no-acción) así como de la fragilidad que muchas veces domina nuestra toma de decisiones. La literatura de ficción está llena
de ejemplos de ucronías, sobre todo en
el mundo anglosajón. Una de las más conocidas es "Patria" (Fatherland) de Robert
Harris, que narra una historia de intriga política al más alto nivel con
un hipotético Berlín nazi de 1964 como telón de fondo. Los finales alternativos
de la II Guerra Mundial siempre han proliferado, como demuestra la novela de
Philip K. Dick “El Hombre en el Castillo” (The Man in the High Castle) o la más
reciente de C.J.Sansom “Dominación” (Dominion). Cambiando de temática, resulta especialmente
interesante la novela “Día de Resurrección” (Resurrection Day) de Brendan
Dubois, ambientada en un Boston de 1972
que conmemora los 10 años de la breve guerra nuclear entre Estados Unidos y la Unión
Soviética a propósito de la crisis de los misiles cubanos. Dentro de nuestras
fronteras, es recomendable “En el Día de Hoy” de Jesús Torbado que describe los
meses posteriores a una hipotética victoria republicana en la guerra civil en
1939 muchas veces desde la mirada de un Hemingway para el que “Madrid era una
fiesta".
El curso de la Historia siempre
afecta en mayor o menor medida al dinero. Muchas veces no he podido evitar
preguntarme ¿cómo hubieran sido las monedas y billetes en estos escenarios
alternativos? No he investigado mucho al respecto, pero dada la proliferación
de dinero de fantasía para coleccionistas, me extraña que no se le haya
ocurrido a nadie, por ejemplo, diseñar un billete español de 1953 con Picasso
en el anverso y su Guernica en el reverso, o marcos alemanes de 1922 con la
efigie desafiante y un tanto altiva del káiser Guillermo. No obstante, gracias
(cómo no) a Coincraft he encontrado una interesante moneda que nunca existió:
una corona con el busto de Eduardo VIII de Inglaterra, tío de la actual
soberana.
El reinado de Eduardo VIII en aquel
convulso año de 1936 fue breve (apenas 10 meses) pero dejó una profunda huella
en la familia real británica y en el llamado establishment, ya que dio origen a una crisis constitucional sin
precedentes. Pese a ser una figura bastante popular debido a su carácter
informal y cercano, causaba preocupación su dejadez en relación con sus
obligaciones de futuro jefe de estado y líder de la Iglesia Anglicana. Su
acceso al trono a la muerte de su padre Jorge V en Enero de 1936 estaba plagado de incógnitas acerca de su futuro comportamiento como monarca, máxime si
tenemos en cuenta que a la edad de 41 años aún no había contraído matrimonio.
Penique de 1936. Aunque lleve la efigie de Jorge V, seguramene se emitió durante el reinado de Eduardo |
El problema vino en el momento en que Eduardo dejó clara su
intención irrenunciable de casarse con Wallis Simpson, norteamericana de la
alta sociedad que presentaba el pequeño inconveniente de estar casada en ese
momento. Por si esto fuera poco, se trataba de una mujer que ya se había
divorciado anteriormente, lo cual le imposibilitaba el acceso al trono a ojos
de una sociedad aun fuertemente influenciada por los valores morales
victorianos. Tras varios infructuosos intentos por parte del gobierno de
Baldwin de convencer al rey de que renunciara a su romance con Wallis o de
encontrar una solución intermedia (se consideró brevemente la posibilidad de un
matrimonio morganático) Eduardo optó por la decisión más drástica e inédita en
la historia milenaria de Inglaterra: renunciar voluntariamente al trono en favor
de su hermano Jorge, abdicación que se hizo efectiva el 10 de Diciembre de 1936.
Uno de los privilegios a los que renunció Eduardo por amor fue a ser inmortalizado en las monedas de su
época. A la muerte de un monarca el heredero o heredera le sucede automáticamente,
no obstante la celebración oficial de coronación tiene lugar algún tiempo
después. La de Eduardo VIII estaba prevista para 1937, y solo entonces las
monedas con su efigie empezarían a circular. Al no llegar nunca este momento,
las emisiones de prueba que se habían preparado fueron guardadas y largamente
olvidadas hasta fechas relativamente recientes. Para los coleccionistas
interesados en la moneda británica del reinado de Eduardo VIII existen sin
embargo dos opciones. Una, hacerse con monedas de fantasía como esta atractiva
corona (cuarto de libra) de cuproníquel. Otra, adquirir monedas de 1936 con la
efigie de Jorge V como el penique de la imagen, dado que con casi total
seguridad, cualquier moneda emitida durante ese año corresponde a su breve
reinado.
Reverso del penique de 1936 |
La vida de Eduardo tras la abdicación tuvo sus altibajos. En
1937 se casó con Wallis, que había conseguido su segundo divorcio poco antes
gracias a un adulterio fingido de su comprensivo esposo. No obstante, ese año
marcaría en gran medida su reputación para el resto de su vida, ya que su
controvertida visita a Alemania le hizo ser tildado de pro-nazi en muchos
círculos. Sus simpatías hacia el III Reich son aún hoy objeto de controversia, pues
es posible que, como muchas personas de su generación, se dejara engatusar por la propaganda de aquel régimen. Muchos
dicen que, de haber continuado como rey su actuación tras el estallido de la II
Guerra Mundial hubiera sido muy diferente a la de su hermano, lo cual podría
haber influido en la formación de un gobierno apaciguador en 1940 en lugar de
un gabinete que plantara cara a los alemanes. No creo que esta hipótesis pueda
tomarse como una certeza, ya que el poder de decisión de la corona se
encontraba ya muy limitado en aquel momento, por lo que es dudoso pensar que las
intenciones de Eduardo podrían haber influido decisivamente en el curso de los
acontecimientos. Eso sí, en el universo de "Patria" de Robert Harris Eduardo
recupera el trono en 1945 tras la hipotética victoria alemana, con lo que es rey en 1964 con su
sobrina Isabel exiliada en Canadá reclamando sus derechos al trono. Teniendo en
cuenta que Eduardo falleció en 1972 sin descendencia, los problemas sucesorios que
hubieran acompañado a Eduardo en este contexto hubieran seguramente causado una
crisis constitucional aún mayor que la de 1936.
En cualquier caso, una minucia comparada con lo que habría
supuesto una Inglaterra derrotada, con coronas similares a la de la imagen
circulando entre la desmoralizada ciudadanía británica…
Bates, S.
Edward VIII and Wallis. A king at war with his country en BBC History Magazine,
January 2016
Hola, felicidades por el blog. Es extraño que en las emisiones de fantasía de Eduardo VIII su efigie no esté hacia la derecha,ya que en cada reinado el monarca representado en la moneda cambia el sentido hacia donde
ResponderEliminarmira.
Hola Alexandre, muchas gracias por la apreciación. Seguramente es una forma de remarcar su carácter no oficial. Lo bueno de las emisiones de fantasía es que no tienen por qué guardar las formas :) un saludo
EliminarHola José Ramón, he encontrado la razón del porqué la efigie de Eduardo VIII mira a la izquierda. Esta página http://home.bt.com/news/uk-news/rare-edward-viii-coin-showing-profile-of-monarchs-better-side-goes-on-display-11364107108997 dice que a pesar de la tradición de representar al monarca en las monedas mirando en dirección opuesta a la que miraba el monarca predecesor, Eduardo VIII optó por ser representado mirando a la izquierda porque el pensaba que era su lado bueno, hecho que queda atestiguado por las pruebas y modelos que se acuñaron y que no llegaron a circular.
ResponderEliminarEso coincide plenamente con la naturaleza un tanto frívola del joven monarca. Algo que queda muy patente en todas las fotografías que pueden verse de Eduardo VIII es su aspecto impecable, una faceta que sin duda cuidaba mucho. También coincide con el poco aprecio que Eduardo sentía hacia las tradiciones y el protocolo. Gracias por la información, un saludo
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