EFECTOS DE LA HIPERINFLACIÓN: ALEMANIA


Billete de 1 millón de marcos emitido por el Reichsbank en febrero de 1923
Aunque allá por el mes de marzo tratamos el tema de la hiperinflación a propósito de los assignat emitidos durante los años posteriores a la Revolución Francesa de 1789, hoy y en las próximas semanas dedicaré entradas a ejemplos más recientes ilustrativos de este fenómeno. En este sentido, la Alemania del periodo de entreguerras (1919-1939) no solo constituye un ejemplo "de libro", sino que además ha proporcionado una contribución memorable al coleccionismo numismático, como ocurriera con el dinero notgeld, emitido también durante esta época.

La inflación es un fenómeno que sufren todas las economías, pero no supone un grave problema si se mantiene bajo control.  El problema es cuando la subida de los precios de bienes y servicios crece rápidamente y sin control, aumenta la masa monetaria y la moneda de un país pierde su valor, de tal forma que el valor nominal de sus monedas y billetes no se corresponde con el valor real. Eso es hiperinflación, y constituye un grave desorden económico de incalculables consecuencias sociales, pues trae consigo una caída del sistema productivo de un país y por tanto del empleo. Además, ante una situación como esta millones de personas de repente se encuentran con que los ahorros de su vida no valen apenas para hacer la compra del día.


Billete de 2 millones de marcos de Agosto de 1923.
Poco se podía adquirir ya con esta cantidad 
Hoy veremos brevemente un caso conocido, el de la Alemania posterior a la Primera Guerra Mundial. Alemania, al igual que otros países participantes en la guerra, tuvo que endeudarse de forma ilimitada para sufragar los gastos resultantes de ésta. Al terminar la contienda, se encontró con el serio inconveniente de ser una potencia derrotada, con lo que a la deuda contraida por la guerra se sumaba la de las reparaciones exigidas por los vencedores, que ascendían a 132.000 millones de marcos-oro (v. post Un vampiro en el marco alemán, del pasado 1 de Junio). Al mismo tiempo, el programa socialdemócrata del nuevo gobierno alemán consistente en beneficios sociales, incremento salarial y ámplio acceso a la educación hizo que el gasto público se disparara, en un momento en que la capacidad productiva del país era muy limitada. Por si esto fuera poco, el dinero que los ciudadanos alemanes habían acumulado durante la guerra comenzó ahora a circular.

Todos estos ingredientes contribuyeron a que se iniciara una escalada de los precios, cada vez más incontrolada. Para hacer frente a esas subidas, la receta que ofrecieron las autoridades alemanas fue la impresión masiva de dinero, lo cual solo contribuyó a empeorar el problema de tal forma que a partir de mediados de 1922 podemos afirmar que Alemania se sumerge en la hiperinflación.
Billetes notgeld de 50 y 100 millones de marcos emitidos
en la localidad de Darmstadt (Hessen) en Septiembre y
Octubre de 1923, momento álgido de la hiperinflación
La situación empeoró tras la ocupación francesa del Ruhr en enero de 1923. Esta ocupación, que Francia justificaba como compensación a la suspensión de los pagos tomada unilateralmente por Alemania, llevó al gobierno germano a financiar la resistencia pasiva de las empresas de la zona, que paralizaron su producción para perjudicar a los franceses. Alemania, mientras tanto siguió emitiendo dinero en cantidades industriales, lo cual trajo consigo consecuencias calamitosas para la economía del país. Las reformas emprendidas a finales de 1923 por las autoridades económicas consiguieron estabilizar el marco, pero el colapso económico producido por la hiperinflación ya había causado mella en el crédito de la recién estrenada República de Weimar.

Hoy incluyo algunos ejemplos de billetes de millones de marcos, algunos producidos por el Reichsbank y otros por autoridades locales como notgeld o dinero de emergencia. Parece ser que las denominaciones más altas llegaron a los miles de millones de marcos, que daban para poco más que la compra diaria a finales de 1923. Aún así, en breve veremos el reciente ejemplo de Zimbabwe, en el que el valor facial de sus billetes se situó ni más ni menos que en los ¡trillones de dólares!

Os dejo los enlaces en los que he basado esta entrada:

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