DINERO NOTGELD "NACIONAL"

Siempre (al menos desde que me fascina el dinero local de emergencia) he defendido que el notgeld español por excelencia es el emitido por ayuntamientos, asociaciones, comercios, sindicatos, batallones y otras organizaciones de la zona republicana durante la Guerra Civil española. La escasez de dinero en metálico como consecuencia del conflicto hizo que el gobierno de Largo Caballero se decidiera a dar manga ancha en cuanto a la impresión de vales locales con el fin de que la actividad económica no decayera (más todavía) así como de mantener una cierta normalidad en la retaguardia, algo clave para ganar cualquier guerra. 

En fin, sobre esto ya he escrito algún post, incluso uno en inglés que Tony Gibbs-Murray tuvo a bien publicar en su web www.notgeld.com (solo para suscriptores, me temo) así que hoy no voy a ahondar más en ello. De hecho, hoy me voy a detener en el rival. Es evidente que la zona controlada por los sublevados no quiso por le general saber nada de ninguna iniciativa que pudiera desestabilizar su economía o cuestionar su concepción centralista del poder, pero hubo momentos en los que sus autoridades tuvieron que hacer de la necesidad virtud y recurrir a la moneda local. 


Situación del frente en Octubre de 1937, con Aragón literalmente
partido en dos mitades (fuente: Thomas, H. La Guerra Civil Española)


Uno de estos casos, que tuve a bien descubrir hace poco, fue curiosamente en Pobla de Segur, en Cataluña, y refleja uno de los momentos más delicados para los republicanos, que fue el avance del ejército nacional en su ofensiva de Aragón en la primera mitad de 1938. En Julio de 1936 España quedó literalmente partida en dos bandos irreconciliables; en el caso de la región aragonesa esta división fue casi exacta, con una línea prácticamente recta que surcaba el mapa desde Jaca en los Pirineos hasta Teruel en el sur, dejando a las tres capitales de provincia dentro de la zona nacional. El frente no solo dibujaba una línea entre dos ejércitos, sino que además trazaba una frontera entre dos mundos antagónicos: al oeste, se sentaban las bases de un estado fuertemente centralizado, de corte autoritario, católico y tradicionalista, mientras que al este grupos de naturaleza anarquista trataban de poner en marcha experimentos de colectivización agraria. 

1937 había tenido un balance negativo para las fuerzas republicanas. La batalla de Brunete, iniciada para tratar de aliviar la presión sobre Madrid no dio los frutos esperados y el norte (es decir, las provincias de Guipúzcoa, Vizcaya, Santander y Asturias) se perdió definitivamente en Octubre tras ocho meses de combates. Los nacionales contaban ahora en la península con la totalidad de las regiones de Navarra, País Vasco, Asturias, Galicia, Castilla la Vieja, León, Extremadura, media Andalucía y medio Aragón en un frente único de más de 1000 km. que surcaba España desde los Pirineos hasta la provincia de Granada.  

La situación era propicia para que Franco volviera a cargar contra Madrid, ciudad que por su importancia y simbolismo jamás debía caer en manos nacionalistas. De esta forma, los republicanos pusieron en marcha su propia maniobra de distracción y decidieron, a finales de 1937, lanzarse a por el punto más débil de los nacionales en el frente de Aragón: la ciudad de Teruel. Acumulando una gran cantidad de tropas (unos 100.000 hombres) al mando de Hernández Saravia pero sin apoyo aéreo o artillero,  las fuerzas republicanas comenzaron a rodear esta ciudad escasamente defendida a partir del 15 de Diciembre y tras duros combates en condiciones climatológicas muy adversas (en aquel año se registraron las temperaturas más bajas del siglo) la tomaron definitivamente el 8 de Enero de 1938. 

Sin duda la toma de una de las capitales de provincia de Aragón podía ser vista como un golpe de efecto para un desmoralizado ejército republicano, pero esta victoria fue el prólogo de un derrumbamiento en este frente una vez terminó el invierno. Las fuerzas nacionalistas estaban decididas a recuperar Teruel y solo unos días después, el 17 de Enero, se pusieron manos a la obra. Tras una serie de movimientos envolventes (en los que sería una de las últimas veces en la historia en que la caballería era empleada con éxito en el campo de batalla) los generales Yagüe y Aranda consiguieron rodear completamente la ciudad el 18 de Febrero. Justo antes del asalto final Saravia consiguió evacuar el grueso de su ejército pero el golpe fue demoledor, ya que dejó atrás miles de prisioneros y abundante material. Estas acciones evitaron (o más bien retrasaron) el asalto a Madrid pero acabarían mermando las capacidades del ejército de la república en Aragón. 

El frente el el verano de 1938, tras la ofensiva de Aragón (fuente: 
Thomas, H. La Guerra Civil Española)

Y no tardaría en notarse. A partir del 7 de Marzo de 1938 los nacionales iniciaron su célebre ofensiva de Aragón, que recordaría en gran medida a la blitzkrieg o "guerra relámpago" que los alemanes pondrían en práctica en el continente europeo pocos años después: movimientos rápidos de infantería con apoyo artillero, unidades mecanizadas y amplia cobertura aérea. Así, 15 divisiones compuestas de 200.000 hombres, 950 aviones, 200 carros de combate y miles de camiones (la ayuda de las llamadas potencias del Eje fue aquí decisiva)  rompieron el frente en diferentes puntos a lo largo de una línea de 100 Km. que recorría desde el río Ebro hasta el norte de la provincia de Teruel. El avance, si bien encontró una resistencia tenaz en algunos puntos, fue arrollador, de tal manera que a finales de mes las tropas nacionales alcanzaban la provincia de Lérida por el norte, entrando en Cataluña, mientras que por el sur cruzaban el Maestrazgo, puerta hacia el Mediterráneo. El 3 de Abril caían la ciudad de Lérida y Gandesa en la provincia de Tarragona. Cataluña quedaba aislada del resto del territorio republicano por tierra. 

En los días siguientes fueron tomadas localidades al norte de Lérida como Balaguer, Tremp y Camarasa, dejando a Barcelona aislada de las plantas hidroeléctricas instaladas en los saltos pirenaicos. Otra localidad que pasó a formar parte de la zona nacional fue Pobla de Segur, que puede presumir de ser una de las pocas que emitió dinero local republicano en 1937 y "nacional" en 1938. Tras su ocupación el 7 de Abril, en la reunión de la Junta Gestora Municipal se acordó la emisión de vales locales por valor de 10, 5, 2 y 1 peseta así como de 50 y 25 céntimos. 





Billetes locales de Pobla de Segur (Lérida): arriba, el emitido por las tropas nacionales en 1938; debajo, los emitidos por las autoridades locales republicanas en 1937 (estos últimos, extraídos de Billetes Municipales de la Guerra Civil de J. Montaner y A. Garí. 


Las imágenes que ilustran el post hablan por sí solas. Pese a que se trata en ambos casos de emisiones austeras, las diferencias son insalvables: uso del catalán y simbología republicana (destacando el célebre gorro frigio) en las emisiones de 1937 frente al empleo del castellano, el lema "Arriba España" bien visible y la descripción de 1938 como "II Año Triunfal" en la de 1938. Llama la atención en esta última el sello en el que puede leerse "Ayuntamiento Constitucional de Pobla de Segur", seguramente anterior al periodo republicano y "rescatado" para la ocasión. 

El avance nacionalista terminó en verano de 1938 con la práctica totalidad de la provincia de Castellón tomada, lo que situaba a las dos grandes ciudades republicanas en el Mediterráneo, Barcelona y Valencia, en una posición cada vez más comprometida. Se hacía necesario retrasar este escenario, lo que llevó al ejército republicano a poner en marcha la batalla del Ebro. Pero esto ya forma parte de otra historia. Una en la que el dinero local quedaría cada vez más relegado al olvido. 


Thomas, H. La Guerra Civil Española, Ediciones Grijalbo S.A. Barcelona, 1976. 

Benet, J. La sombra de la guerra. Escritos sobre la Guerra Civil española. Grupo Santillana de Ediciones S.A. Madrid, 1999. 

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Billetes Municipales de la Guerra Civil 1936-1939, Juan Montaner Amorós y Andreu Garí, Expo Galería S.L. Valencia 2002

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