EL FENÓMENO DE LOS "SHORT SNORTERS"
Más que un artículo de colección, los billetes de hoy fueron consecuencia de un fenómeno social ligado a la Segunda Guerra Mundial. "Short snorters" fue como se denominaron popularmente los billetes autografiados por pilotos y pasajeros de avión durante los turbulentos (valga la expresión) años de la Segunda Guerra Mundial. Fue un fenómeno que se extendió a numerosos ámbitos, como el mundo de la publicidad, las celebridades de la época e incluso la alta política ¿Qué es lo que llevaba a todas estas personas a firmar y compartir papel moneda, y cómo llegó a popularizarse esta costumbre?
Hoy día podemos presumir de que volar es la forma más segura y cómoda de viajar pero antes de que los avances técnicos permitieran que pudiéramos afirmar esto con rotundidad, los viajes largos en avión podían ser verdaderas odiseas. Si a ello sumamos la incertidumbre del contexto de la Segunda Guerra Mundial, los vuelos trasatlánticos se convertían en una actividad de alto riesgo. No mucha gente podía permitirse el lujo de volar, y menos aún pilotar un avión, por lo que los vuelos de la época creaban inevitables vínculos emocionales entre los que compartían pasaje.
Imagen del "short snorter" del General Hoyt Vanderberg de 1942, con firmas de Louis Mountbatten y Dwight Eisenhower entre otras (fuente: The Short Snorter Project http://shortsnorter.org) |
El fenómeno de los "short snorters" no surgió durante la Segunda Guerra Mundial, aunque sí lo trajeron los pioneros de la aviación. Existen diversas teorías al respecto. Por un lado, muchos piensan que los primeros en ponerlo en práctica fueron los pilotos de avionetas de Alaska en la década de 1920. Estos pilotos tenían (y hoy día continúan teniendo) una gran relevancia en la vida social y económica de este estado, ya que son los únicos capaces de llegar a comunidades que habitan zonas remotas. No obstante, otras teorías apuntan a que los pilotos de exhibición del Flying Gates Circus fueron los culpables de esta tradición. Su estrella, el aviador Jack Ashcraft era conocido por su afición a la bebida (sin duda exacerbada durante los años de la célebre ley seca) y se cuenta que en 1925, tras ausentarse del trabajo sin motivo aparente, y ante una segura reprimenda por parte de uno de sus superiores, le pidió por sorpresa dos billetes de dólar. En uno de ellos escribió "short snorter nº 1" y se lo devolvió a su jefe, guardando el otro para él.
Esta broma aparentemente inocente de un descarado aviador pudo ser el comienzo de una tradición entre un grupo en aquel entonces exclusivo, el de los pilotos de avionetas. No obstante, ¿qué era exactamente un "short snort"? Literalmente se traduciría como "bufido corto", pero en el slang norteamericano de la época un "snort" era el equivalente al "shot" o chupito de alcohol. El adjetivo "corto" haría referencia a que era una medida más pequeña de lo normal, ya que, aunque no existían regulaciones estrictas en cuanto a la ingesta de alcohol en el pilotaje de avionetas, era más que evidente que los excesos en este sentido no eran compatibles con la seguridad del vuelo. Si se bebía, era conveniente que fuera menos de lo normal.
En los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial esta costumbre se extendió dentro de la aviación comercial y de guerra, con la constitución (siempre informal) de la llamada "Gran Orden de los no benévolos, puramente mercenarios, short snorters". Los "short snorters" tenían incluso sus propias ceremonias de iniciación, en plan hermandad universitaria, en la que los "novatos" debían aportar un billete de dólar en el que el miembro presente más veterano escribía la fecha y lugar de la ceremonia, y requería la firma del nuevo miembro en un lugar visible (por lo general, en los márgenes de color blanco. Una vez admitido en la Orden, debía llevar consigo el billete firmado y mostrarlo cuando se le requería. De no hacerlo, quedaba obligado a dar un dólar a cada miembro presente en ese momento o invitar a una ronda (de "short snorts", se entiende) en el bar.
En un primer momento, el fenómeno "short snorter" fue algo exclusivo de los pilotos comerciales o militares, sobre todo de aquellos que realizaban vuelos largos o arriesgados. Muestra de camaradería y diversión, propiciaba el sentimiento de pertenencia a un grupo exclusivo (la aviación daba sus primeros pasos en las décadas de 1920 y 1930) dentro de un contexto lúdico e informal. No obstante, la Segunda Guerra Mundial socializó este fenómeno, que empezó a ser compartido por pasajeros de estos vuelos también. Como he apuntado más arriba, los vuelos trasatlánticos o de larga duración no se hacían en las mismas condiciones que en la actualidad: eran auténticas aventuras no exentas de riesgos, en muchos casos de días de duración, en los que los pasajeros tenían tiempo de socializar, comenzar y terminar amistades, hacer contactos, enamorarse o enemistarse... vivir en tiempo de guerra, en definitiva.
Los short snorters de estos años no son considerados un objeto de colección especialmente preciado, ya que se trata de billetes muy desgastados y llenos de firmas y garabatos, por lo que sus precios no suelen ser muy elevados. Además, se trata de un artículo fácil de falsificar, por lo que en muchos casos sólo podremos fiarnos de la honradez del vendedor si queremos un short snorter genuino. Aún así, existen algunos que hoy día sólo pueden encontrarse en museos o reputadas salas de subastas, ya que se corresponden con momentos históricos como las Conferencias de Casablanca, Teherán o Yalta, en las que los líderes de los países Aliados definieron las líneas estratégicas de la contienda. En este sentido, son conocidos los short snorters del General Hoyt Vanderberg de 1942, que llevan las firmas del General Eisenhower, el Almirante Louis Mountbatten (el célebre tío de la futura reina Isabel) o el diplomático Averell Harriman; o el short snorter de Harry Hopkins del mismo año, asesor del presidente Roosevelt, que lleva las firmas del propio presidente, Winston Churchill, o el General George S. Patton. Éste último tiene la fecha de 25 de Julio de 1942, día en que los aliados decidieron poner en marcha la invasión del norte de África.
Los short snorters no de limitaron al dólar norteamericano, sino que se trasladaron a otras monedas de la esfera de las naciones aliadas, como la libra esterlina, el rublo o el gulden de las Indias Neerlandesas, o de las potencias del Eje, una vez estos países eran liberados. La variedad de billetes otorgaba cierto prestigio a los poseedores de short snorters, ya que les servía para acreditar un mayor número de lugares visitados. En muchos casos, cuando la colección superaba un cierto número de billetes, el poseedor los ligaba con celo, llegando a acumular varios metros de papel moneda. Un ejemplo conocido es el de Grover Criswell, cuyos short snorters llegaban a los 60 metros de largo y 38 centímetros de grosor una vez recogidos (que además contienen el autógrafo de Joseph Kennedy, hermano del futuro presidente fallecido durante la guerra).
Además, se emitieron short snorters tipo "souvenir", imitativos de papel moneda. Eran short snorters confeccionados por unidades militares destinados a conmemorar acontecimientos importantes en los que pudieran haber participado de forma directa. Un ejemplo es el facsimil que incluyo entre las imágenes, correspondiente a las pruebas nucleares del atolón de Bikini de 1946. Además de estos de tipo conmemorativo, es posible encontrar otros short snorters impresos por empresas con fines publicitarios, o incluso como forma de promocionar el turismo por parte de diferentes localidades.
El final de la Segunda Guerra Mundial supuso el comienzo del fin de esta "edad de oro" de los short snorters, aunque no su desaparición. Durante las dos décadas siguientes numerosos jóvenes aviadores se embarcaron en el nuevo e ilusionante proyecto de la carrera espacial, a la que llevaron esta tradición. Los astronautas de las misiones Gemini y Apollo de la década de 1960 firmaron y compartieron billetes, llevándolos consigo durante sus vuelos. Si dos décadas antes un vuelo peligroso podía unir a sus tripulantes y pasajeros, un paseo por el espacio debía crear un vínculo mucho más fuerte y duradero.
Siempre sostengo que el dinero es un pedazo de historia, sea de la época que sea. Es posible que los short snorters no sean el artículo de colección más atractivo para los amantes de la notafilia. No obstante, por su especial significado para las personas que los compartieron, merece la pena reservarles un hueco.
https://www.nationalww2museum.org/war/articles/short-snorter-military-money
https://www.pbs.org/opb/historydetectives/feature/famous-short-snorters/
Fascinante y curiosa la historia de estos billetes firmados llamados short snorter,ingeniosa forma de comunicarse,y como bien dices, merecen un hueco en la historia,aunque sean difíciles de conseguir si se pretende coleccionarlos, un saludo José Ramón
ResponderEliminarHola Adolfo, no son difíciles de conseguir (en eBay puedes encontrar de sobra) pero su autenticidad ya es otra cosa. Y por supuesto los que estén firmados por celebridades , militares o políticos de la época deben estar por las nubes. Pero yo me conformo simplemente con que estén firmados por personas que vivieron la II Guerra Mundial :) un saludo
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