HOMENAJES NUMISMÁTICOS: UCRANIA
Desde hace algún tiempo he querido dedicar un espacio en Curiosidades Numismáticas a Ucrania. Su historia monetaria sin duda lo merece, dados los cambios de moneda que ha experimentado durante el último siglo, así como el fenómeno de la hiperinflación, algo de lo que pocas ex-repúblicas soviéticas pudieron escapar a principios de la década de 1990. Creo que en un momento tan angustioso como el presente, en el que seguramente estamos viviendo cambios históricos a peor, ha llegado el momento de reivindicar desde este modesto blog la historia reciente de este país a través de su moneda.
Los primeros años tras la independencia en 1991 no fueron fáciles en el terreno económico. Pese a que en un inicio el país parecía mostrar un futuro prometedor lo cierto es que durante la década de los 90 no se conoció más que estancamiento e hiperinflación. El paso de una economía fuertemente planificada a otra de libre mercado no fue sencillo, tal y como sucedió en otros países que abandonaban el comunismo, pero en el caso de Ucrania se optó claramente por la emisión incontrolada de dinero para cubrir el déficit en un contexto de reducción de la actividad económica y la producción así como de falta de acceso a los mercados financieros.
El karbovanets, adoptado en 1990, no era una moneda nueva. Era de hecho la tercera vez que se ponía en circulación tras dos intentos fallidos en 1917 y 1942. Pese al poco tiempo que ha podido durar como moneda oficial tiene una historia interesante detrás, y como ocurre en muchos casos se encuentra en su etimología que aún es objeto de debate. Es posible que este enrevesado nombre provenga del término ucraniano "karbuvaty" que puede traducirse como "acuñar" o "marcar". Los primeros rublos que circularon en la zona a finales de la Edad Media consistían en barras de plata no acuñada que se marcaban con muescas para indicar su peso o se cortaban en unidades más pequeñas para facilitar el cambio.
Si las dos primeras experiencias con el karbovanets no fueron positivas (la primera dentro del convulso contexto de la Revolución Rusa y la guerra civil posterior y la segunda dentro de la no menos convulsa ocupación alemana durante la II Guerra Mundial) cabría pensar que la tercera podría salir mejor, toda vez que la disolución de la Unión Soviética fue relativamente pacífica. No obstante, entre 1992 y 1994 Ucrania conoció una de las mayores tasas de inflación de la historia, llegando a un máximo de 285 % mensual y del 4,6 % diario, con los precios doblándose cada 15 días. Era la primera vez que un país alcanzaba una inflación de este calibre sin un contexto traumático bélico o revolucionario cercano en el tiempo.
La hiperinflación nunca es sostenible, y el gobierno Ucraniano optó por un cambio total de denominación. En 1996 se puso en circulación la grivna, que también nos ofrece una etimología interesante. En algunos idiomas eslavos, como el búlgaro o el serbio, grivna significa pulsera o brazalete y durante la época del Rus de Kiev medieval hryvnia hacía referencia a un adorno del cuello. Parece ser que durante la Edad Media la hryvnia no era una moneda física (aunque según el Banco Nacional de Ucrania circulaba como plata no acuñada cuando el Rus de Kiev dejó de acuñar moneda) pero servía como unidad de peso y contabilidad en los intercambios comerciales y en el pago de impuestos.
El karbovanets fue reemplazado en Septiembre de 1996 a un cambio de 100.000 por grivna. No se logró el objetivo de mantenerla paritaria con el dólar, ya que fue objeto de sucesivas devaluaciones, pero en ningún caso conoció una inestabilidad como la la que sufrió su predecesora. Durante 25 años ha sido la moneda que ha acompañado al pueblo ucraniano en su andadura como estado independiente, que se ha caracterizado por la búsqueda de un modelo democrático inspirado en aquellos que acoge la Unión Europea frente a las injerencias de Moscú, que aspira a establecer una esfera de influencia sobre las antiguas repúblicas soviéticas.
Un camino siempre difícil que saltó por los aires el pasado 24 de Febrero, una fecha que llevaremos siempre grabada en nuestra memoria. En el momento en que escribo estas líneas el ejército ruso controla prácticamente la totalidad de la costa ucraniana del mar de Azov. Han reducido a cenizas la ciudad de Mariupol, cebándose con objetivos civiles mientras su propaganda sigue emitiendo fantasmagóricas acusaciones de genocidio y una supuesta necesidad de "desnazificar" la zona. Pese a todo, Ucrania resiste.
Hace algún tiempo, mucho antes de que pudiera siquiera imaginar el horror que a los europeos se nos venía encima, adquirí esta imponente moneda conmemorativa, de dimensiones similares a nuestros duros de plata o a las coronas británicas. Siempre me ha llamado mucho la atención el dinero de hiperinflación, pero en este caso fue sobre todo el hecho de que no se trataba de un billete, sino de una moneda de 200.000 karbovanets de 1995 que conmemora el cincuentenario de la ONU.
Su anverso muestra un símbolo que ahora (desgraciadamente) nos es muy familiar, el Tryzub (tridente en ucraniano). No se conocen exactamente sus orígenes, aunque se especula con que puede tratarse de una representación de la Santísima Trinidad o simbolizar un halcón cayendo en picado en posición de caza. Lo que sí parece cierto es que su adopción está ligada a la aparición del Rus de Kiev en los siglos IX-X, federación de tribus eslavas que se constituyó como reino bajo la dinastía rúrica y que alcanzó su máxima expansión a mediados del siglo XI, desde el Báltico en el norte hasta el Mar Negro en el sur. Como en muchas ocasiones, las monedas de la época, de inspiración claramente bizantina, dan fe de la utilización de este símbolo como podemos ver en las monedas de este enlace, en las que el tridente aparece en los anversos a la derecha de la efigie real.
El reverso contiene una composición que simboliza un planeta Tierra compuesto de banderas de diferentes países, rodeado de la leyenda "NACIONES UNIDAS PARA LA PAZ". Es importante recordar, sobre todo en momentos como este, que la ONU fue creada precisamente con el fin de promover la resolución pacífica de conflictos que evitaran escenarios tan devastadores como el que vivió la humanidad con la II Guerra Mundial. A pesar a todos sus defectos, debe ser siempre la referencia para todos aquellos que creemos en la diplomacia, pese a que en este momento uno de sus fundadores se siente en su Consejo de Seguridad vanagloriándose de su capacidad de aplastar a un vecino solo por el hecho de haber elegido un camino independiente.
Quiero dedicar esta entrada al pueblo ucraniano, que con su admirable ejemplo de valentía y firmeza está ahora salvando el mundo. Salvándonos a todos nosotros de la barbarie y la tiranía más absolutas.
Gracias Ucrania. No lo olvidaremos.
Sobre la moneda ucraniana:
Sobre la hiperinflación en Ucrania:
Sobre el Tryzub:
Magistral entrada, José Ramón,solo desear que termine la locura de una vez,y podamos vivir en paz,mis deseos los mismos que los tuyos José Ramón, mucho ánimo y fuerza para Ucrania y que pare todo esto,un cordial saludo José Ramón
ResponderEliminarMuchísimas gracias Adolfo. Nunca he entendido bien como alguien puede decir que ama a su pueblo (toda esa cantinela de que Rusia y Ucrania son el mismo país y demás) mientras lo masacra con toda naturalidad. Se trata de un rasgo común de todos los dictadores sin excepción: el desprecio total por su pueblo. Por eso es aún más incomprensible que parte del pueblo los apoye. Un saludo,
Eliminar