MONEDAS POLÉMICAS (VII)
Como ya hemos visto en entradas anteriores, el trazado de fronteras en mapas de billetes o monedas siempre resulta una cuestión altamente sensible, más cuando dichas fronteras pertenecen a zonas en conflicto o han cambiado en épocas recientes. A pesar de vivir en un mundo globalizado, los estados-nación siguen siendo para la mayor parte de la población la referencia básica de organización política, y una de las características principales que define a este tipo de organización es la posesión de un territorio bien delimitado. Normalmente, cuando aparecen en un mapa las fronteras mal definidas (de forma casual o intencionada) es una de las partes la que resulta ofendida. El caso relativamente reciente de hoy, el euro de Estonia de 2011, se caracteriza por suscitar una agria polémica no solo fuera de sus fronteras sino también dentro. Tanta como para que todos los países que tengan pensado emitir dinero con mapas en el futuro se lo piensen seriamente antes de tomar una decisión.
Ahora que desgraciadamente vuelve a estar de actualidad la tensión geopolítica en Europa del Este, conviene recordar que en este caso se trata de una predicción que sí se ha cumplido en parte. Cuando un estado se desintegra, los estados resultantes nunca empiezan completamente de cero, tienen una historia compartida en la que se mezclan cultura, etnias, idiomas, etnias y nacionalidades. Ocurrió en la antigua Yugoslavia (la minoría serbia era importante en ciertas zonas de Croacia y Bosnia, lo que complicaba de forma extrema el conflicto) y por supuesto ocurrió con la Unión Soviética, con población de origen ruso dispersa en mayor o menor medida por los nuevos estados. La península de Crimea, que pasó de formar parte de la República Socialista Federativa Soviética Rusa (o sea, Rusia) a la República Socialista Soviética de Ucrania en 1954 prácticamente como un simple trámite administrativo, se convirtió en un territorio en disputa apenas 20 años después de la disolución de la URSS, con consecuencias que estamos viviendo hoy de cerca.
Fuente: https://catalogodemonedas.es/ |
El caso de Estonia no ha tenido ni de lejos consecuencias como éstas, pero un simple trazado de fronteras con unos cambios apenas perceptibles para el ojo humano generó tensiones entre este país y sus vecinos rusos hace apenas una década. En 2011 Estonia entraba en el euro, cumplía 20 años como estado independiente, y 7 como miembro de la UE y la OTAN, pero su tradición histórica poco tenía que ver con estos acontecimientos. Integrada en Rusia desde principios del siglo XVIII, tradicionalmente siempre había mirado hacia Escandinavia, con la que compartía comercio, cultura, idioma y religión. Consiguió su independencia, como otras muchas naciones europeas, tras la I Guerra Mundial gracias a la confusión generada por los profundos cambios resultantes de la Revolución Rusa. Tras un breve conflicto armado, Rusia reconoció la independencia de Estonia a través del Tratado de Tartu de 1920, que establecía las fronteras entre ambos países.
Este periodo de independencia se truncó dos décadas después cuando alemanes y soviéticos decidieron repartirse el este de Europa a través del Pacto Molotov-Ribbentrop de 1939. A partir de ese momento todo lo establecido en el Tratado de Tartu pasó a ser papel mojado, ya que Stalin no dudó en hacerse con el control de las repúblicas bálticas, que después pasaron a manos alemanas para volver bajo el control de Moscú en 1944. En el caso de Estonia, ahora una de las 15 repúblicas que integraban la URSS, perdía unos pocos territorios del noreste y sureste (v. mapa de abajo) en favor de sus vecinos de la RSFSR. Esas han sido sus fronteras definitivas, al menos las que han llegado hasta hoy. Los territorios "cedidos" a Rusia en época de Stalin son formalmente reclamados hoy en día por Estonia pero nos podemos imaginar perfectamente cuál es la respuesta de Rusia a dichas reclamaciones.
Territorios de Narva y Petchory (en verde oscuro), que pasaron a Rusia tras la II Guerra Mundial (fuente: wikipedia) |
Todo esto tiene como consecuencia que Estonia, pese a tener fronteras aparentemente estables, ha sufrido los suficientes cambios en el último siglo como para que puedan tener lugar confusiones. Cuando el estado mostró cómo sería el diseño de sus nuevas monedas de euro los problemas no tardarían en aparecer. La región de Setomaa, situada al sureste del país, en la actualidad está repartida entre esta parte de Estonia y Rusia, pero por lo general se siente más vinculada a Estonia dada su cultura e idioma. Grupos de esta región se oponían al mapa reflejado en las nuevas monedas porque consideraban que solo representaba al estado surgido tras la desintegración de la URSS, renunciando a incluir la comunidad Seto en su conjunto.
Pero al otro lado de la frontera surgieron problemas también por parte de un vecino más poderoso que los Seto. Sergei Seredenko, abogado ruso afincado en Estonia, envió una queja a la embajada rusa en Tallin por considerar que el mapa de las monedas de euro se apropiaba de porciones de territorio bajo la soberanía de Rusia. Entraba la diplomacia en escena, pero en lugar de solucionar la polémica la complicó aún más cuando el embajador estonio en Moscú aseguró que, si bien tales alegaciones eran falsas, admitía que en el proyecto de diseño de los euros sí se habían incluido por error los territorios de Narva y Petchory, bajo soberanía estonia antes de la II Guerra Mundial. La parte rusa aceptaba esta explicación (y el diseño de las monedas de euro) con reservas pero todo este episodio no hizo sino aumentar los recelos hacia las verdaderas intenciones de Estonia.
En fin, que los euros estonios (de los cuales creo que aún no he visto circular ninguno) causaron un auténtico culebrón diplomático por unas fronteras que a simple vista no parecen modificadas lo más mínimo. Yo desde luego, a juzgar por las imágenes, no puedo encontrar ninguna diferencia sustancial entre las fronteras actuales de Estonia y los contornos que aparecen en las monedas. Os dejo las imágenes para que juzguéis por vosotros mismos.
En cualquier caso, esta polémica ejemplifica a la perfección los problemas que un trazado de fronteras propias puede ocasionar a los emisores de una moneda o billete aunque tomen todas las debidas precauciones. No quiero ni pensar lo que puede ocurrir el día que a Ucrania se le ocurra algo parecido...
https://coinsweekly.com/estonian-euros-cause-exchange-of-diplomatic-notes/
https://en.wikipedia.org/wiki/Estonian_euro_coins
http://menasborders.blogspot.com/2011/02/estonias-2011-coins-cause-border.html
https://news.err.ee/98858/another-side-to-the-euro-coin-map-dispute
Pues yo he visto circular unos cuantos euros estonios. Incluyendo en España.
ResponderEliminarSetomaa, la región en disputa es realmente bonita, como todo el sur de Estonia. Quien quiera disfrutar de la tranquilidad en un lugar de la Europa más profunda, haría bien en visitar la zona.
Un abrazo!!
Adolfo
Hombre, habiendo vivido allí has tenido un acceso privilegiado a estas monedas, no me cabe duda ;) muchas gracias por el comentario sobre Setomaa, un abrazo
EliminarMuy buen apunte histórico sobre esa zona, y el revuelo que causó un detalle tan pequeño (depende para quien,claro está) ese mapa,un cordial saludo José Ramón
ResponderEliminarTen pequeño que yo diría inexistente, lo que demuestra lo susceptibles que seguimos con el tema de las fronteras nacionales. Gracias por tu comentario Adolfo, un saludo
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