RESELLOS ANARQUISTAS

No es la primera vez que traigo a colación los resellos en este blog y desde luego no será la última. Los resellos son prácticamente tan antiguos como la propia moneda, de tal manera que se podría decir que constituyen un rasgo inherente a ésta. Tradicionalmente los motivos para el resellado han sido de índole económica: devaluación o revaluación de moneda, reutilización en lugar de nueva emisión, medida de emergencia tras una invasión o proceso de independencia de un territorio... no obstante, el recurso a la contramarca como forma de transmitir mensajes políticos fue una constante durante los convulsos siglos XIX y XX, de forma especialmente significativa en nuestro país.


En el escenario político-ideológico español, el movimiento anarquista fue especialmente activo, sobre todo porque encontró en España un territorio ideal para llevar a cabo su proyecto político. Introducido en España en 1868, se basaba en el pensamiento de filósofos como Bakunin, Proudhom y Kropotkin, que propugnaban el establecimiento de una sociedad libre de cualquier tipo de autoridad (fuera estatal, religiosa o económica) autoorganizada en colectividades o federaciones de trabajadores en igualdad de condiciones que no compitieran entre si, sino que toda su acción fuera orientada al beneficio común. No tardaron en notarse las diferencias con el socialismo marxista, que consideraba al estado y la política como instrumentos esenciales para llevar a cabo sus planes revolucionarios (al menos durante un tiempo), y que centraba su atención en los núcleos urbanos e industriales, cuyos obreros debían ser la vanguardia de la revolución.


Moneda de 10 cts de 1877 resellada por la Federación
Anarquista Ibérica (FAI)
Los anarquistas también consideraban que la única manera de llevar a cabo su programa era la revolución, y se diferenciaban de los marxistas en que mostraban un interés tanto en los obreros urbanos como en los jornaleros del mundo rural. Es por eso que estas ideas triunfaron en el campo andaluz, pues los primeros anarquistas hicieron suyas las reivindicaciones de estos jornaleros, tales como la abolición del trabajo a destajo, el reparto de la tierra o unos salarios dignos de tal nombre. En Andalucía el anarquismo, haciendo gala de su propia idiosincrasia, no constituyó un movimiento fuertemente organizado, sino que se basó en la acción de propagandistas itinerantes (un poco a modo de predicadores) y las actividades (a veces violentas) de grupos por lo general pequeños y poco organizados. No ocurrió así en la otra región en que cuajó el movimiento libertario, que en muchos sentido podía considerarse como las antípodas del campo andaluz: Cataluña.

Siempre se ve con cierta extrañeza que el anarquismo triunfara en regiones tan dispares entre colectivos igualmente dispares, pero no resulta tan extraño si se tiene en cuenta que Cataluña, particularmente la zona industrial de su capital,  demostró ser un buen caldo de cultivo para la implantación de esta ideología por diferentes motivos. Muchos de sus trabajadores venían precisamente del sur, y la condición de Barcelona de ciudad portuaria con un tejido empresarial de industria pequeña eran factores que favorecían la propagación del anarquismo, que encontró en la tradición sindicalista local un canal ideal para la actividad revolucionaria. La Confederación Nacional del Trabajo (CNT) fue fundada en 1911 con este fin: nacía el llamado sindicalismo revolucionario, que se diferenciaba de su principal rival, la socialista Unión General de Trabajadores (UGT), en que su voluntad de colaboración con el poder sería prácticamente nula.

En efecto, el anarquismo era subversivo por naturaleza. Su carácter utópico hacía inviable otro tipo de acción que no fuera la revolucionaria, pues unos objetivos tan idealistas nunca se alcanzarían por medio de una negociación. El activismo anarquista, especialmente canalizado por la CNT, fue muy intenso durante los últimos años de la Restauración y la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930). La proclamación de la II República, que muchos anarquistas veían como una continuación del mismo sistema bajo otro tipo de régimen, no contribuiría en absoluto a aplacar sus ánimos, de hecho el estallido de la guerra civil de 1936 fue vista por ellos como la gran oportunidad para hacer efectivos sus planes, algo que en parte ocurrió. Durante 1936 y 1937 se llevaron a cabo infinidad de procesos de colectivización tanto en la industria como en el campo de la España republicana, que fueron detenidos tras los enfrentamientos internos con los comunistas, partidarios de priorizar el esfuerzo bélico sobre el revolucionario.  


Moneda de 10 cts. de 1941 resellada por la CNT
El uso del resello ha constituido en muchos lugares una forma de transmisión de un mensaje político o propagandístico. Durante la época que tratamos hoy (primera mitad del siglo XX) fue un recurso utilizado por numerosas fuerzas políticas y sindicales deseosas de que su mensaje llegara al mayor número posible de personas en un momento en el que los medios de comunicación eran escasos y no llegaban a gran parte de la población. Los anarquistas fueron muy activos en este campo, y sus resellos iban desde los que únicamente hacían referencia a las siglas de sus organizaciones (como los de las imágenes de hoy) hasta los que recomendaban leer (los anarquistas, a través de sus ateneos, trataban de llevar la cultura y la educación  a las clases trabajadoras), pasando por los que aconsejaban no votar en las elecciones, como forma de boicot al sistema parlamentario (OBREROS NO VOTAR, NO VOTES). 

Las técnicas que se utilizaban para el resello fueron varias, pero normalmente (al menos los que han llegado a mis manos) se hicieron de forma manual, utilizando punzones alfabéticos con los que se imprimían los caracteres letra a letra. En aquellos casos en los que fuera necesario introducir más caracteres o mensajes más complejos se podría recurrir a cuños abiertos estampados con maquinaria automática, pero esto no era siempre posible. Las monedas que aparecen en las imágenes fueron con casi toda seguridad reselladas de forma manual. La de arriba contiene los caracteres FAI (Federación Anarquista Ibérica, organización que velaba por la pureza ideológica del movimiento anarquista y que solía huir de cualquier posibilismo o moderantismo) y su resello debe ser de la época de la dictadura de Primo de Rivera o de la II República, ya que esta organización fue fundada en 1927. La segunda corresponde a la CNT, y tiene como peculiaridad que fue resellada durante el franquismo (en una moneda de 10 cts. de 1941), en un momento en que el sindicato trataba de reorganizarse en el interior tras el final de la guerra y muchos aún se aferraban a la esperanza de que las potencias vencedoras de la II Guerra Mundial derrocarían el régimen de Franco.  

Muchas veces no puedo evitar preguntarme por dónde o por qué manos habrá pasado una moneda o billete, y en qué circunstancias. En el caso de hoy, puedo estar seguro que monedas como estas son testigos mudos de las tensiones, vaivenes y enfrentamientos del convulso siglo XX español. 

Carr, R.España 1808-1975 Editorial Ariel S.A. Barcelona, 2000 (10ª edición)  

Ovelleiro, J. Monedas durante la II República y la Guerra Civil Española
http://www.academia.edu/3556367/Monedas_durante_la_II_Rep%C3%BAblica_y_la_Guerra_Civil_espa%C3%B1ola

Dimensión Comunicacional de la Numismática en España 1886-1939; Monarquía, República y Guerra; Sátira, Publicidad y Propaganda. Presentada por Fco. Javier García Herrero, dirigida por Mª Cruz Alvarado López. Universidad de Valladolid, Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la Comunicación. 




Comentarios

  1. Hola, acabo de encontrar esta moneda en mi antigua colección que hice de niño, a ver qué os parece: https://twitter.com/danelu/status/800256506444791808

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares