LAS MONEDAS DEL REY DEL FIN DEL MUNDO

Retrato de James Brooke
(fuente: wikipedia)
Hace unos meses, cuando publiqué mi artículo sobre el dinero fei de la isla de Yap en el Pacífico en Numismático Digital, tuve el placer de descubrir un nombre con el que no estaba familiarizado: David O'Keefe. Se trataba de un buscavidas norteamericano del siglo XIX que descubrió las ventajas que tendría monopolizar la producción del dinero local de esta remota isla: unas ruedas de piedra de diferentes pesos y tamaños en las que los habitantes basaban no solo los intercambios comerciales sino también sus propias relaciones sociales. Parece ser que O'Keefe simplemente introdujo herramientas metálicas que permitían aumentar la producción de estas ruedas, lo cual le convirtió en el gobernador virtual de este territorio durante algún tiempo. Paradójicamente, este exceso de producción también condujo al declive de esta forma de dinero, sirviendo de ejemplo de cómo funcionan los mecanismos que hacen que la inflación quede fuera de control. 

Esto me hizo pensar que el siglo XIX fue quizá el último de los aventureros clásicos. Aventureros de un mundo que aún ofrecía lugares remotos sin explorar y culturas desconocidas, un mundo en el que emigrar significaba no volver jamás al lugar de origen. La época del salvaje oeste y la fiebre del oro en Norteamérica, la búsqueda de las fuentes del Nilo en África o las exploraciones de la Antártida. Los avances tecnológicos durante este siglo, con la consiguiente mejora en las comunicaciones y los medios de transporte, significaron el comienzo del fin de la idea clásica de aventura y fueron abriendo paso poco a poco al concepto de turismo, la forma segura por excelencia de conocer lugares exóticos y culturas diferentes. 

Las hazañas de estos aventureros clásicos no pasaron desapercibidos para la cultura popular, llegando a plasmarse en la gran pantalla. O'Keefe fue inmortalizado en el clásico de Burt Lancaster "Su Majestad de los Mares del Sur". La historia narrada en la obra de R. Kipling y posteriormente en la película homónima de J. Huston "El hombre que pudo reinar" se basaba en las peripecias de otro aventurero norteamericano, Josiah Harlan, que gracias a su cercanía al maharaja de Punjab terminó consiguiendo el título, aunque por un periodo limitado te tiempo, de príncipe de Ghor en el norte de India. Esta historia no solo se inspiró en Harlan, sino también en un ex-militar británico que logró ser rey en la isla de Borneo a mediados del siglo XIX muriendo como lo hacían los reyes por aquel entonces: con la corona puesta. Se trataba de James Brooke. 

Ubicación de la región de Sarawak en la isla de Borneo, 
Malasia en la actualidad (fuente: wikipedia)

¿Quién fue realmente James Brooke, rajah de Sarawak? La conexión de este peculiar aventurero con el continente asiático puede explicarse desde su nacimiento. Oriundo de Benarés (o Varanasi, en India) y criado en el seno de una familia británica ligada a la Compañía de las Indias Orientales, se enroló muy joven en su ejército como teniente. La Compañía, pese a ser un actor privado, se comportaba en la práctica como un estado, lo que le supuso constantes conflictos con sus vecinos. Así, durante la llamada guerra anglo-birmana (la primera de tres) en 1825 Brooke fue herido de gravedad y, aunque logró sobrevivir, su larga convalecencia le apartó definitivamente del ejército.  

Una persona de su naturaleza no podía permanecer quieta, por lo que probó fortuna más al este. Gracias a una cuantiosa herencia, adquirió una goleta de seis cañones con la que navegó por esas latitudes hasta recalar en la región de Sarawak, al noroeste de la isla de Borneo. Este territorio, bajo el control del sultán de Brunei (nada que ver con el actual sultanato, bastante más reducido) era una zona aún poco conocida para el omnipresente Imperio Británico. Mientras realizaba las pertinentes exploraciones de la zona, tuvo noticia de que el rajah local y tío del sultán, Muda Hashim, era víctima de una rebelión por parte de varias tribus locales. Adivinando que su gran oportunidad había llegado, Brooke se puso inmediatamente al servicio de Hashim ofreciendo al rajah su goleta. Gracias a eso, y a su experiencia militar, la rebelión fue fácilmente sofocada. Pero lo importante es que Brooke se había ganado al rajah de Sarawak para siempre: como premio a su apoyo, fue nombrado gobernador de Sarawak en 1841.  

Por supuesto, los británicos no iban a desaprovechar la oportunidad de aumentar su influencia en la zona, y menos si contaban con alguien que les adelantaba el trabajo. Cuando Hashim intuyó que las ambiciones de Brooke iban más allá trató de apartarlo, pero él ya contaba con el apoyo británico. En 1842 consiguió que el sultán de Brunei le nombrara rajah y por lo tanto soberano de Sarawak, que fue reconocido como país independiente gracias a las presiones británicas un año después. 

Anverso de 1/4 de dólar de Sarawak
(fuente: Numista)


No cabe duda de que Brooke se tomó muy en serio sus funciones como soberano de esta parte del sudeste asiático. Combatió la piratería de forma decidida, lo que contribuyó a mejorar el comercio notablemente en la zona y consiguió mantener la paz entre diferentes grupos tribales. Asimismo, organizó la administración local a semejanza de la administración pública británica, dotando a esta de una mayor eficiencia. Y, llegando por fin al asunto que nos ocupa hoy, sabedor de que una de las mayores muestras de soberanía es la emisión de moneda, puso en circulación sus propios dólares a partir de 1858. 

Reverso de 1/4 de dólar de Sarawak
(fuente: Numista) 


Se trata de piezas austeras de cobre y plata fabricadas, como muchas de su época, en el Birmingham de la Revolución Industrial. Las emisiones incluían monedas de 1/4, 1/2, 1 y 2 1/2 centavos en cobre y 5, 10, 20 y 50 centavos en plata. Los anversos muestran el busto de Brooke hacia la izquierda con la leyenda J.BROOKE RAJAH y los reversos una corona de laurel con la denominación en el centro, el año de emisión debajo y la leyenda SARAWAK encima. 

Una historia como esta no podía pasar desapercibida para la industria cinematográfica, aunque ha habido que esperar a fechas recientes para llevarla a cabo. Se trata de la película de 2021 que da el nombre de esta entrada, El rey del fin del mundo (Edge of the world en su versión original) protagonizada por Jonathan Rhys-Meyers. Habiendo logrado prácticamente todo a lo que un súbdito británico de la época podía aspirar, murió en 1868 sin descendencia directa. No obstante, la sucesión fue garantizada a través de su sobrino Charles, que reinó hasta 1917. Éste a su vez fue sucedido por su hijo (de nombre también Charles) que renunció al trono finalizada la Segunda Guerra Mundial en favor de Gran Bretaña. Con él terminó el ideal de aventurero victoriano, que en el caso de James Brooke se complementaba con una forma seria y racional de gobierno. Sus monedas son una buena muestra de ello. 


https://historia.nationalgeographic.com.es/a/james-brooke-subdito-britanico-a-raja-borneo_14523

https://en.wikipedia.org/wiki/James_Brooke#:~:text=Sir%20James%20Brooke%2C%20Rajah%20of,until%20his%20death%20in%201868.

https://es.wikipedia.org/wiki/D%C3%B3lar_de_Sarawak

https://es.numista.com/

Comentarios

  1. Muy interesante entrada, viendo la historia de este hombre,si que se puede decir que fue el último gran aventurero,además parece que para ser un extranjero en aquellas tierras,aportó conocimiento,y algo de estabilidad,estamos demasiado acostumbrados al típico colono que se comporta mal con los habitantes locales,y este hombre parece que no era ese perfil,aportó cosas e incluso acuñó moneda,como bien comentas son monedas austeras pero muy curiosas de ver, gran post, saludos cordiales José Ramón

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    1. Muchas gracias Adolfo, sin duda se trató de una vida muy interesante. Parece que se tomó la molestia de mejorar las condiciones de vida de la zona, aunque no debemos olvidar que Brooke tenía la misma mentalidad colonialista de los británicos de su época, y que en esas mejoras siempre se tenían en cuenta primero los intereses de Gran Bretaña. Pero no se puede negar que hubo una gran estabilidad, ya que tanto el como sus sucesores gobernaron durante décadas. Un saludo

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