UN PAIS, DOS PESETAS
Para una entrada tan especial como la de hoy, y es que son ya 300 las que he publicado en Curiosidades Numismáticas, no podía dejar pasar la oportunidad de comentar acerca de un tema que, para bien o para mal, no deja de ser de actualidad. En muchas ocasiones hemos visto cómo la inestabilidad o los conflictos causaban hiperinflación en otros países, olvidándonos que en el nuestro tuvo lugar un proceso similar. Gracias a la serie de Falcó, las geniales novelas de Arturo Pérez-Reverte que narran las peripecias de un espía del bando nacional en los años de la Guerra Civil, me di cuenta de algo realmente obvio pero en lo que jamás me había pensado a parar, y es que una peseta no valía lo mismo en las dos zonas. De hecho, conforme avanzaba la contienda la moneda se depreció en la zona republicana hasta extremos insospechables. ¿Cómo se llegó a este punto?
El dinero de Negrín: certificados provisionales de moneda divisionaria de 50 cts. y 1 peseta |
Una guerra no solo se libra en el campo de batalla, sino también en otros muchos terrenos: el plano cultural, la influencia exterior, la propaganda, la retaguardia...y, por supuesto, en el campo financiero, algo vital ya que por lo general es difícil costear una guerra durante un periodo prolongado y aquél que no se la puede permitir suele perderla. El gobierno de la República, pese a contar con recursos financieros y materiales para afrontar la guerra en un principio, tomaría una serie de decisiones que a la postre resultarían letales para sus intereses, dejando al descubierto una serie de debilidades que los nacionales no dudarían en aprovechar.
Estas decisiones pueden resumirse en un recurso constante e imprudente a las políticas monetarias y fiscales, que no consiguieron sino incrementar el caos y la depreciación de la moneda. Un caos al que desde luego no ayudaban las propias divisiones internas, ya que en ciertas zonas llegaron a establecerse colectivizaciones e incluso la abolición misma del dinero. En Julio de 1936, cuando ya estaba claro que el conflicto iba a ser duradero, se desató una lógica incertidumbre que llevó a la población de la zona republicana a atesorar la moneda metálica (especialmente la de plata) y a retirar sus fondos de los bancos. El gobierno intentó limitar por decreto la retirada de dinero y ordenó a la población depositar en el Banco de España su oro, divisas y valores extranjeros. Al mismo tiempo, retiraba la plata de la circulación (con el argumento un tanto peregrino de que se trataba de monedas de época monárquica) y se sustituían por certificados de plata en papel moneda. El resultado no se hizo esperar: la incertidumbre aumentó, con el consiguiente atesoramiento de moneda metálica, y los intentos de evitar la evasión de capitales resultaron infructuosos.
Emisiones locales de la zona republicana, la mayoría de 1937 |
El papel moneda se impuso masivamente en la circulación monetaria de la España republicana, por lo que sus autoridades trataron de reorganizar la emisión de dinero poco después de su traslado a Valencia. Juan Negrín, ministro de Hacienda a finales de 1936 y presidente del gobierno poco después, organizó la Comisión Interministerial para la Fabricación de Moneda Divisionaria con el fin de garantizar el suministro de circulante. Dado que las reservas de oro del Banco de España se habían entregado a la URSS a cambio de su apoyo en la contienda, la masa monetaria, en papel en su inmensa mayor parte, pasaba a ser totalmente fiduciaria: su valor dependía enteramente de la confianza que inspirara en los usuarios.
Con el fin de garantizar el suministro de dinero, se dividió la FNMT en cuatro factorías distribuidas por el territorio republicano: la Factoría A en Madrid se encargaba de la fabricación de papel del Estado y efectos timbrados, la Factoría B en Valencia a los billetes y la Factoría C en Castellón a las monedas y material de guerra. Esta última se trasladaría a Aspe (Alicante) una vez Castellón cayó en manos de los sublevados. Aún así, la escasez de dinero en circulación siguió siendo la tónica habitual, lo que llevó a miles de entidades públicas y privadas (muy notablemente los ayuntamientos, pero también sindicatos o cooperativas) a emitir su propio papel moneda. Aunque en Enero de 1938 se trató de restablecer la soberanía monetaria, poniendo fuera de circulación las emisiones locales, este dinero continuó circulando hasta prácticamente el final de la guerra.
Las consecuencias de toda esta mezcla de medidas intervencionistas, unidas a las divisiones internas y, por supuesto, las malas expectativas militares, se pueden resumir en un caos económico y una inflación disparada. Los controles de precios impuestos desde el comienzo de la guerra a través de diferentes decretos que contemplaban penas duras a los infractores y la imposibilidad de recurso no surtieron el efecto deseado. Al mismo tiempo, medidas de corte arbitrario como confiscaciones de cuentas, expolio de cajas de seguridad o toma de empresas no ayudaban precisamente a mejorar las cosas. Se calcula que, en al concluir la guerra, la inflación en la zona republicana había ascendido un 14.285 % mientras que en la zona nacional únicamente al 138 %.
Pero ¿qué se hizo en la zona controlada por los sublevados? Curiosamente, muchas medidas económicas no fueron muy diferentes. Al fin y al cabo, la situación que se vivía al otro lado del frente no era muy distinta, y como en cualquier economía de guerra, todos los recursos debían ponerse al servicio del estado. Así, el gobierno de Burgos también dispuso la obligatoriedad de cesión de divisas, depósitos de oro y valores extranjeros. Asimismo, para evitar el acaparamiento se limitó también la retirada de fondos de los bancos a empresas y particulares.
Primeras emisiones de la España nacional: 100 pts. de 1936 |
Una de las principales diferencias la encontraríamos en la política monetaria, caracterizada por una mayor solidez y uniformidad en la zona nacional. Poco después de comenzar la guerra, los nacionales consagraron la división de la unidad monetaria en España con la creación de un Consejo del Banco de España en su zona que tendría entre otros fines la emisión de dinero. Hasta ese momento, los sublevados se habían limitado a aceptar únicamente aquellos billetes emitidos con anterioridad al 18 de Julio de 1936, que serían debidamente estampillados. Esto dotó de liquidez al sistema financiero del bando nacional, que no se vio obligado a emitir grandes cantidades de papel moneda.
Otra diferencia de peso se situaba en el plano exterior. El gobierno de Burgos trató en todo momento de mantener un tipo de cotización alta de la peseta, mientras que el gobierno republicano dejó esta cotización a expensas de lo que determinara el mercado. En este campo se desarrolló una singular guerra monetaria: a medida que las tropas de Franco incautaban cantidades de dinero republicano en su avance, lo vendían en masa en los mercados internacionales para adquirir divisas y disminuir su cotización. Al mismo tiempo, lo introducían en la zona republicana con el fin de financiar a sus infiltrados (los célebres quintacolumnistas) y aumentar el proceso inflacionario de la zona.
Reverso de billete de 25 pts. "nacional" de 1938, con la Giralda de Sevilla |
Una inflación que según diversos estudios sitúa a las dos pesetas a años luz en cuanto a cotización al final de la guerra. Si en el verano de 1936 la relación entre peseta "nacional" y peseta "republicana" era del 90 %, pasaría al 10 % en el segundo semestre de 1938 y al 5 % en el primer trimestre de 1939. Pocas cosas son más miedosas que el dinero, y la mala marcha de la guerra para los republicanos, unida a lo caótico de muchas de sus medidas financieras y monetarias, contribuirían decisivamente al derrumbe de la peseta en su zona.
Bibliografía
La inflación en España. Un índice de precios al consumo, 1830-2012. Jordi Maluquer de Motes. Estudios de Historia Económica nº 64, Banco de España (2012)
Martín Aceña, P. Los problemas económicos durante la Guerra Civil española (versión resumida de ponencia de los Cursos Superiores de Verano de la Universidad de Salamanca, 1985)
Aldekoa, J. Inflación durante la Guerra Civil, Instituto Juan de Mariana (29/04/2019) https://juandemariana.org/ijm-actualidad/analisis-diario/inflacion-durante-la-guerra-civil/
Felicidades por las 300 entradas en el blog,el papel moneda de ambos bandos corrió una trayectoria bien diferente por lo que veo,que fue la suma de varios factores como bien explicas, excelente entrada,saludos cordiales José Ramón
ResponderEliminarMuchas gracias Adolfo, ahora vamos a pensar en las 300 siguientes ;) un saludo, y gracias por leerlas!
Eliminar