LOS MOTES DE LA PESETA
Una de las características comunes de muchas monedas con contenido histórico y popularidad (tanto positiva como negativa) es el empleo de motes, algunos verdaderamente ingeniosos, para referirse a ellas. Hoy vamos a tratar el caso de nuestra querida peseta, pero en las más de 200 entradas que llevamos ya hemos podido analizar diferentes ejemplos en el mundo anglosajón. Es el caso del "Mercury dime" (10 centavos de plata) y el "Carter quarter" (1 dólar de 1979) en Estados Unidos o los descomunales "cartwheel pennies" y los enigmáticos "florines góticos" de Gran Bretaña. Si no fuera por piezas como estas mi blog sería claramente más pobre.
La introducción de la peseta en 1868 marcó un hito en la historia monetaria española. Contrariamente a lo que se piensa, no instauró el sistema decimal, pues éste había sido adoptado unos años antes, pero sí lo implantó de forma definitiva. El nuevo sistema buscaba la confirmación de una única unidad monetaria que racionalizara y simplificara el panorama existente hasta entonces, caracterizado por una caótica mezcla de piezas pertenecientes a diferentes épocas, regiones, sistemas y aleaciones. La peseta fue pronto aceptada por la población, tal y como demuestran su larga duración así como su pronta incorporación al lenguaje de la calle y a la cultura popular, como veremos a continuación.
Perra gorda y perra chica de 1870 (arriba) y de 1941 (abajo) antes y después de sufrir los efectos de la inflación |
"Perra gorda" y "perra chica" fueron dos motes que recibieron las monedas de cobre (y posteriormente de aluminio) de 10 y 5 céntimos de peseta respectivamente durante toda su existencia, es decir, hasta bien entrada la época de Franco. Los que no vimos estas piezas en circulación no llegamos a utilizar estos términos, pero sí era habitual escuchar a personas mayores hablar de "perras" refiriéndose al dinero o a las monedas en general (véase el término "tragaperras", para referirse a las máquinas de los casinos y salas de juego que aún hoy se sigue utilizando) o emplear expresiones como "para ti la perra gorda" como forma de terminar abruptamente con cualquier discusión estéril. Se las bautizó de esta manera cuando fueron puestas en circulación en 1870 debido al diseño un tanto cánido del león que aparece en el reverso, fácilmente confundible. Estas monedas fueron utilizadas por los españoles durante décadas hasta que fueron desmonetizadas tras la Guerra Civil y sustituidas por las endebles piezas de 10 y 5 céntimos de aluminio, que pese a su diferente diseño continuaron conociéndose de la misma manera.
¿Qué podemos decir sobre los duros y los reales? Es curioso comprobar cómo las antiguas denominaciones anteriores a la peseta perduraron durante mucho tiempo: en el caso del duro, nada menos que hasta la llegada del euro. Los reales de vellón fueron introducidos durante la invasión napoleónica como un intento serio de establecer una cuenta única que sustituyera progresivamente al anquilosado sistema de tres cuentas (oro, plata y cobre) que dominaba el panorama monetario español. Dentro de este nuevo sistema, el antiguo real de plata equivalía a 2,5 reales de vellón, y el peso fuerte o peso duro (más conocido como real de a 8 o Spanish dollar en el mundo anglosajón) a 20 reales de vellón. Aunque Fernando VII hizo lo posible por suprimir esta medida, durante la época de Isabel II los reales emitidos solo serían de vellón. De esta forma, una vez que se adoptara la peseta en 1868 se tomaría como referencia esta unidad, de tal forma que una peseta de plata equivaldría a 4 antiguos reales de vellón. A pesar de la normalización del uso de la nueva moneda, la población no fue capaz de prescindir de un término que había acompañado sus transacciones comerciales desde tiempo inmemorial, por lo que durante el tiempo en que se emitieron divisores de la peseta (es decir, hasta bien entrado el siglo XX) se conocieron como monedas de "dos reales" a las de 50 céntimos.
Duro de plata de 1884, luciendo las patillas del rey |
Por su parte, las enormes piezas de plata de 5 pesetas recibieron el apelativo de "duro" dado que equivalían a 20 antiguos reales de vellón, es decir, el antiguo peso fuerte o duro mencionado más arriba, y además coincidían bastante en dimensiones y composición con los antiguos reales de a 8. Pese a perder su valor progresivamente, las monedas de 5 pesetas continuaron manteniendo este sobrenombre a lo largo de todo el tiempo en que la peseta fue la moneda nacional.
La época de la Restauración fue un verdadero filón en lo que a invención de apodos numismáticos se refiere. Las monedas de plata vieron en pocos años una sucesión de retratos distintos resultante de la muerte de un joven monarca y la llegada al trono de un niño rey. Las piezas de plata de Alfonso XII que reprodujeron su cuarto retrato fueron conocidas como "patillas" debido a este atributo facial, muy prominente en la última etapa de su reinado. Las de Alfonso XIII, el rey que hemos visto crecer en las monedas, conocieron diferentes sobrenombres dependiendo de su peinado ("pelón", "bucles", "tupé") o su atuendo ("cadete").
Galería de retratos de Alfonso XIII en las monedas de plata: de izquierda a derecha: pelón, bucles, tupé y cadete |
La II República, pese a su corta duración, dejó entre otros legados numismáticos la última peseta de plata y la primera de metal base. Esta última estaba hecha de latón, lo que le confería un distintivo tono amarillo que le hizo ganar el apelativo de "rubia", máxime si tenemos en cuenta que en el anverso aparecía una alegoría femenina de la República. Este apelativo continuó durante el franquismo y el reinado de Juan Carlos I dado que las monedas de peseta emitidas hasta 1982 en diferentes aleaciones de cobre presentaban un color similar.
No puedo concluir este artículo sin rendir un modesto homenaje a una pieza especial para todos los que crecimos y nos hicimos adultos con la peseta antes de que fuera sustituida por el euro. Durante los últimos años del siglo XX, era habitual entre los jóvenes de mi generación referirnos a las monedas de 100 pesetas como "libras", seguramente por su parecido en tamaño, aspecto y grosor a las monedas de libra británicas que, al igual que la pieza de 100 pesetas, comenzaron a circular en la década de 1980. Fueron sin duda una de las monedas más utilizadas por aquel entonces, ya que debido a los efectos de la inflación las piezas de menor valor apenas servían ya para pagar nada. La peseta había quedado reducida a la mínima expresión, lejos de la consistencia que las "rubias" aún tenían y los "duros" no eran más que una triste sombra de lo que un día fueron. Aún así, pese a que hace ya más de 15 años que estas monedas solo pueden interesar a nostálgicos y coleccionistas, sus motes han permitido que permanezcan en el imaginario colectivo, trascendiendo de esta forma su simple uso cotidiano. Después de todo, ¿quién no dice todavía aquello de "no tengo ni un duro"?
Aledón, J.M. HIstoria de la Peseta, Real Casa de la Moneda, Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, Madrid 2002
https://es.wikipedia.org/wiki/Duro_(moneda)
En catalán los motes son muy parecidos. La peseta solía ser llamada "pesseta" (aunque el nombre correcto debería ser "peceta", que viene de "peça" o pieza). En genérico todavía se habla de "quartos" o "diners" que son monedas ya obsoletas pero incluso ahora con los euros se sigue hablando de "pel·les" (versión coloquial de "pessetes") i los "duros" para las 5 ya no se escucha desde que hay euros. Cuando sí había pesetas sí que se contaba mucho en duros (cinc duros, deu duros...) Los "cèntims" se usaba mucho entre la gente mayor que había conocido el céntimo en época de Franco y ahora con el euro ha reflotado. Los 50 céntimos del agujerito en Catalunya se conocen como "dos ralets" (dos realitos). Los muchos años de trayectoria común con el resto de España hacen que las etiquetas sean casi las mismas aunque lo de rubia, perra chica y perra gorda en catalán no tienen equivalente salvo cuando la gente hace algún calco lingüístico.
ResponderEliminarHola Joan, no sé por qué pensé que no podrías resistirte a dejar un comentario en esta entrada ;) Efectivamente, hay muchas similitudes, de hecho fuera de Cataluña es muy habitual todavía referirse a los "cuartos" para hablar de dinero en general (en expresiones como "es un sacacuartos") y, con menos frecuencia, a los "dineros". El término que no usamos ya es el de "pelas", al menos para referirnos al euro, aunque sí para hablar de las antiguas pesetas. Y, por supuesto, la palabra "duro" sigue siendo muy presente en el lenguaje coloquial, aunque me imagino que tenderá a desaparecer con el tiempo, pues para la gente más joven "duro" es el equivalente a la "perra gorda" para nosotros. Muchas gracias de nuevo por enriquecer una entrada con tus aportaciones, un saludo
EliminarGenial repaso a la historia del dinero y sus denominaciones según el tipo de moneda,me ha gustado comprobar que casi todas las piezas que muestras aún las conservo después de todos estos anos,genial de nuevo y aprendiendo mucho con tus posts,un saludo José Ramón
ResponderEliminarMuchas gracias a tí Adolfo por tu interés en mis artículos y tus comentarios. Te deseo un muy feliz año 2018, un cordial saludo
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