COBRES SUECOS

Máxima extensión de Suecia (s. XVII)
Fuente: Wikimedia Commons
He mencionado muchas veces que nuestro estudio de la Historia se centra casi siempre en el ámbito europeo o en todos aquellos lugares en los que lo español ha influido, pero no mucho más allá. Culturas tan influyentes hoy en día como la china o la india son grandes desconocidas, aunque poco a poco vayan entrando progresivamente en nuestras vidas. Hay veces, sin embargo, que no es necesario ir tan lejos: de los países del norte de Europa, por ejemplo, no sabemos demasiado, quizá en parte por esa imagen neutral y tranquila que llevan décadas cultivando. 

Lo cierto es que, si bien la civilización occidental creció durante miles de años a orillas del Mediterráneo, los mares del norte tuvieron su época de apogeo durante la Edad Media. Estos mares presenciaron las gestas de los vikingos, grandes comerciantes y exploradores pese a su mala fama así como el nacimiento de la Liga Hanseática, mítica coalición de ciudades comerciantes del Mar del Norte y el Báltico. La época medieval contempló el ascenso del Báltico como centro de intercambio comercial del norte de Europa a medida que se consolidaban diferentes entidades como Suecia, Dinamarca, Polonia, El Sacro Imperio y Rusia. La zona era abundante en riquezas naturales (pesca, sal, pieles, madera, minerales o ámbar) lo cual intensificó el comercio marítimo. No obstante, los choques y tensiones entre potencias vecinas se intensificaron también, ya que éstas trataron en todo momento de ejercer un papel hegemónico. 

Consolidado como estado moderno durante la época de Gustavo I Vasa (1523-1560) Suecia ocupó este papel hegemónico durante el siglo XVII, especialmente tras una serie de tratados favorables resultado de la Guerra de los Treinta Años. Pese a su notable desarrollo económico y comercial en este periodo, una constante en la historia monetaria de Suecia fue la escasez de circulante de oro y plata, compensada con una significativa abundancia de cobre. La primera moneda oficial sueca, el daler basado en el taler de plata alemán, fue adoptada durante el reinado de Gustavo I. Durante el siglo XVI Suecia tuvo un sistema monometálico de facto, afectado por sucesivas devaluaciones al igual que muchas monedas europeas contemporáneas. El daler (poco después denominado ricksdaler) equivalía a cuatro marcos, el marco a ocho öre y el öre a 24 pennings.  Los ingentes gastos militares en los que Suecia tuvo que incurrir para mantener sus ganancias territoriales y su influencia exterior explicaron en gran parte esta escasez crónica de moneda de plata y oro, lo que a su vez llevó a la adopción del patrón cobre en 1624. 

A partir de este momento Suecia no solo produjo grandes cantidades de circulante de cobre, sino que además fue el primer país europeo en adoptar los billetes de banco como dinero oficial en 1661. Suecia podía permitirse emitir grandes cantidades de cobre porque disponía de los recursos para ello: en este sentido, se calcula que las minas de Falun producían dos tercios del cobre demandado en Europa, lo que colocaba a Suecia en una posición privilegiada, ya que este mineral se utilizaba para otros muchos cometidos como la fabricación de armas. Para mejorar la posición económica del país, las autoridades pensaron que podrían crear una escasez artificial de cobre manteniéndolo dentro de sus fronteras para que así subiera de precio en los mercados internacionales. 

Plancha de cobre de 8
daler, de aprox. 15 Kg.
(fuente: Wikipedia)
Por lo tanto, en 1624 se introdujeron las primeras monedas de öre (de valores de 2, 1 y 1/2). El valor facial de las monedas de cobre de esta época coincidía con su valor intrínseco, y dado que este valor era unas cien veces inferior al de la plata, se tuvieron que producir monedas de gran tamaño para igualar a sus equivalentes en plata, en este momento casi inexistentes. Así, los suecos son conocidos por haber emitido las monedas de cobre más grandes de la historia, básicamente bloques  con forma de plancha metálica como el de la imagen de la derecha que llegaron a pesar 44 libras (19,72 Kg.) en el caso de las de 10 daler, aunque la mayor parte de estas emisiones se movía en pesos más manejables, como las de 1 daler y medio, de aproximadamente 3 kg. 

Aunque la producción de estas "monedas" de cobre gigantes fue reduciéndose (las de 10 daler se dejaron de acuñar en 1646 y las de 8, de unos 15 Kg., en 1682) los ejemplares más pequeños siguieron emitiéndose y circulando durante gran parte del siglo XVIII. Estos grandes cobres se adaptaron bien al mercado internacional, ya que se trataba de un material muy demandado en Europa, y a las grandes transacciones en general, pero por razones obvias no eran nada prácticos para la circulación interna. Además, no consiguieron el objetivo último de incrementar el valor del cobre. No sorprende que a parir de 1661 los suecos fueran los primeros europeos en aceptar el papel moneda para la circulación. 

No estoy en condiciones de hacerme con uno de estos cobres gigantes (ni lo deseo, por otro lado) pero sí con otros de un tamaño más manejable. La moneda que tengo el placer de presentar hoy es de 1763, época marcada por los años finales del patrón cobre. Se trata de 1 öre de cobre, es decir, la octava parte de un marco, de 1763 de 30 mm de diámetro y 13.32 g. de peso. La mayor parte del anverso está ocupado por un monograma AF correspondiente al rey Adolfo Federico, que reinó entre 1751 y 1771, rodeado del emblema nacional de las tres coronas. El reverso muestra dos flechas cruzadas con el valor facial en el centro: 1 ÔR SM. SM es la abreviatura de "silvermynt", y aquí es interesante detenerse porque muestra la convivencia de dos patrones: el de la plata y el del cobre. Pese a que este último fue el más usado, se mantuvo la plata como unidad de cuenta. En 1633, nueve años después de introducir el patrón cobre, se devaluó este metal frente a la plata en un 50 %, dando lugar a dos sistemas contables: el de la plata (silvermynt) abreviado DSM (monedas de daler de plata) y el del cobre (kopparmynt) abreviado DKM (monedas de daler de cobre) en el que quedaba fijada una equivalencia de 1 DSM = 2 DKM, que tres décadas después pasaría a 1 DSM = 3 DKM. Cada sistema conservaba las mismas denominaciones 1 daler = 4 marcos = 32 öre. Esta moneda, por tanto, equivalía a 1 öre de plata.  


El siglo XVIII trajo una serie de cambios interesantes en Suecia. Durante el siglo anterior, Suecia se había reafirmado como el reino hegemónico del Báltico después de la Guerra de los Treinta Años, con una extensión aproximada que englobaba las actuales Suecia, Finlandia, repúblicas bálticas y norte de Alemania. No obstante, y pese a los esfuerzos del rey Carlos XI (1660-1697) por reformar y modernizar las estructuras políticas, económicas y militares del país, Suecia encontró innumerables problemas para mantener su primacía en la zona. A comienzos del siglo XVIII su derrota en la llamada Gran Guerra del Norte frente a Rusia significó el fin de su hegemonía en el Báltico, aunque en el plano político se abrió una interesante etapa de parlamentarismo conocida como "la Era de la Lilbertad". 

Durante los 50 años siguientes El parlamento o Riksdag se convirtió en la institución soberana despojando al rey de casi todas sus atribuciones quedando como una mera figura simbólica. Dos facciones se disputaron el poder durante este periodo: los "sombreros", representantes de los altos estamentos, el ejército y las grandes empresas, y los llamados "gorros", defensores del pueblo llano y los intereses de los agricultores. Los primeros, en su empeño en devolver a Suecia su status de gran potencia nórdica llevaron a cabo políticas económicas inflacionarias, a lo que los gorros, más austeros, se oponían sin reservas. De hecho, en 1745 los "sombreros" pusieron en marcha algo inédito en Europa: la inconvertibilidad del papel moneda. 

A mediados del siglo XVIII el caos monetario en Suecia era más que evidente: convivían seis monedas diferentes, tres basadas en la plata (además del daler silvermynt, existían el carolin o moneda de plata en marcos y el courant o moneda de plata en öre), dos en cobre (los grandes daler y las monedas de poco valor) y una en oro, el ducado. A lo que hay que añadir la proliferación del papel moneda, que provocó periodos de inflación desbocada. A partir de 1777, poco después de la vuelta al absolutismo, se decidió regresar al patrón plata y unificar toda la moneda en el riksdaler de plata, equivalente a 48 chelines, para devolver la estabilidad monetaria... y no tener que necesitar vagones para transportar el circulante de cobre. 

Página web del Sveriges Riksbank (Banco Central de Suecia): https://www.riksbank.se/en-gb

Encyclopedia of Money, by Larry Allen, ABC-Clio Inc. Santa Barbara, California 1999

Enrique Solano, Universidad de Zaragoza. La Gestación de Grandes Imperios en la Europa del Norte y del Este en Historia Moderna Universal, de Alfredo Floristán (coord,) Editorial Ariel S.A. 2002 (Barcelona)

Rodney Edvinsson, The Multiple Currencies of Sweden-Finland 1534-1803 en https://www.riksbank.se/globalassets/media/forskning/monetar-statistik/volym1/4.pdf

https://coinsweekly.com/a-nordic-heavy-weight-the-second-heaviest-coin-of-classical-numismatics/

https://en.wikipedia.org/wiki/Swedish_riksdaler



Comentarios

  1. Excelente entrada,curiosos los cobres tan enormes que usaban como moneda,cuyo objetivo como bien dices sería conseguir aumentar el precio del cobre en el mercado,que parece que no se logró.muy buenos los apuntes históricos, realmente he pasado buen un rato al leerlo, saludos cordiales José Ramón

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Efectivamente no lo lograron pero Suecia fue un banco de pruebas en Europa en cuanto al uso de los billetes, adelantándose al resto de Europa. Nunca me habría enterado de algo tan importante de no ser por esta moneda. Me alegro de que lo disfrutaras, un cordial saludo Adolfo.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares