MONETA PATRIOTTICA
Anverso de la moneta patriottica veneciana de 1848 de 3 liras |
Dentro de los billetes
antiguos, de los que me declaro un auténtico apasionado, el que comparto hoy es
ciertamente especial. Cualquier artículo numismático antiguo, sea en metal o en
papel, tiene algo de especial, simplemente por resistir el paso del tiempo, por
ser testigo mudo de épocas que ya nadie puede recordar, o por reflejar las
circunstancias políticas o económicas del momento en que fue emitido. No
obstante, los billetes de hoy son producto de un momento crucial en la Historia
de la humanidad, que marca un antes y un después en el siglo XIX europeo: 1848.
Se trata de la moneta
patriottica de Venecia, emitida bajo el mandato de uno de los iconos (aunque no
de los más conocidos) del movimiento por la unificación italiana: Daniele
Manin. A medida que se iba acercando la mitad del siglo XIX las potencias
europeas se daban cuenta de que mantener el statu quo establecido tras el
Congreso de Viena de 1815, basado en el absolutismo como forma de gobierno, se
hacía más complicado. Los movimientos liberales, combinados con nacionalismos
de nuevo cuño y un incipiente movimiento obrero se iban abriendo paso entre
diferentes capas de la población. Factores como los avances tecnológicos
(especialmente la invención del ferrocarril), el fenómeno de la
industrialización y la fluidez del comercio facilitaban la difusión de las
ideas liberales, que propugnaban la soberanía nacional, la división de poderes
y la igualdad ante la ley.
Anverso de la moneta patriottica veneciana de 1 lira |
En aquellos momentos,
liberalismo y derechos de las nacionalidades eran conceptos estrechamente
unidos. Salvo en contadas excepciones como la francesa, estado (como
organización política territorial) y nación (como sentimiento de pertenencia a
una comunidad) no coincidían por lo general. Algunos estados como el Imperio
Austriaco o el Imperio Ruso eran plurinacionales y ciertas nacionalidades, como
la polaca, se repartían entre varios estados. En el caso de Italia la
fragmentación era consecuencia de las decisiones tomadas tras el Congreso de
Viena: Austria tenía la región del Lombardo-Véneto bajo control directo y los
ducados de Parma, Módena y Toscana bajo su influencia. Los estados pontificios
y Nápoles-Dos Sicilias eran independientes pero tendentes a respetar el orden
establecido. Las esperanzas de unificación se centraban pues en el estado de
Piamonte-Cerdeña al noroeste, monarquía de tendencias liberales con un peso
demográfico, económico y militar capaz de impulsar una empresa de estas
características. Pensadores como Mazzini defendían que la única manera en que
los ciudadanos podían alcanzar un régimen de libertades era a través de su
concienciación como nación, pues solo así se librarían de la opresión de
potencias externas o de gobiernos absolutistas.
1848 fue el año en que
todas las tensiones latentes entre absolutismo y liberalismo se manifestaron en
el continente europeo, pero no puede decirse que fuera un hecho inesperado. En
la península italiana el movimiento político y
cultural conocido como Risorgimento llevaba décadas gestándose, y sociedades
como los carbonarios defendían simultáneamente reivindicaciones liberales con
la idea de una Italia unida. Aunque las tendencias políticas y los medios a
utilizar podían diferir, los patriotas italianos tenían una idea muy clara:
Austria era el freno a todas sus aspiraciones.
Reverso del billete de 3 liras |
Venecia, y por extensión
toda la región del Lombardo-Véneto, era la ejemplificación de esto último. La
antigua Serenísima República había quedado anexionada a Austria tras el
Congreso de Viena, y sus demandas de autonomía no habían sido escuchadas.
Venecia no había sido ajena a las influencias liberales y nacionalistas, de tal
forma que sus habitantes, descontentos con la ocupación austriaca, decidieron
subirse al carro revolucionario de 1848 para reafirmar su independencia de Austria
primero y su adhesión al movimiento unificador italiano después.
La difícil tarea de
enfrentarse al gigante centroeuropeo recayó en Daniele Manin, abogado,
intelectual y activista por la unificación italiana y el final de la tutela
austriaca. Tras una serie de éxitos iniciales durante la primavera de 1848 en los que consiguió liberar Venecia y la
mayor parte de las provincias del interior, una serie de errores de cálculo
(como por ejemplo la falta de reacción ante la huida de la flota austriaca o la incapacidad de formar un
ejército local más allá de milicias voluntarias) unidos a la falta de
coordinación con las demás fuerzas italianas partidarias de la unificación
llevó a la nueva república veneciana de San Marcos a pasar a la defensiva primero y a protagonizar una resistencia agónica
después. Venecia era muy dependiente de la asistencia externa, especialmente
del reino de Piamonte-Cerdeña, que en aquel momento trataba de liderar el
movimiento de unificación de todos los estados de la península. No obstante,
las diferencias entre los distintos soberanos acerca de la fórmula de gobierno
para una eventual Italia unificada imposibilitaron un acuerdo en este sentido,
dejando al Piamonte literalmente solo frente a Austria. Pese a que la asamblea
veneciana votó mayoritariamente a favor de la unión con Piamonte en Agosto de
1848, esto no fue más que un acto simbólico porque el reino sardo, que había
sufrido severas derrotas militares, solo buscaba una paz honorable con Austria,
lo que implicaba desentenderse de Venecia. Tras un largo y agónico asedio,
acompañado de infructuosas negociaciones, Manin entregó la ciudad a los
austriacos en Agosto de 1849, y partió al exilio a Francia.
Detalle del sello del reverso |
Durante este breve
periodo, lleno de incertidumbre y con la amenaza constante de quiebra
financiera, se estableció un Banco de Venecia con la ayuda de banqueros y
empresarios locales en Julio de 1848. Esta institución contaba con un capital
de 4 millones de liras y la autorización de emitir papel moneda para la
circulación, concretamente billetes de 1, 2, 3, 5 y 100 liras. Esta moneta
patriottica presenta un atractivo diseño, pese a las circunstancias de
emergencia en la que fue emitida. Dos de estos billetes pueden verse en la
entrada de hoy. El de 1 lira muestra un borde profusamente ornamentado,
coronado con el león de San Marcos y el escudo del ducado de Milán, integrando así la parte lombarda en el conjunto. El de 3 liras, por su parte, refleja unos fabricantes de
moneda (a modo de querubines sin alas), uno portando las herramientas
necesarias (cuño y martillo) y el otro la báscula, flanqueados por los escudos
de Venecia y del ducado de Milán. Los reversos están desprovistos de diseño alguno, pero
cuentan con el sello del banco (controleria) que contiene, de nuevo, el león de San Marcos, símbolo
por excelencia de la ciudad.
La revolución de 1848 se
saldó con un fracaso para los partidarios de la unificación, pero como reza el
dicho popular, no importa tanto cómo comienza algo, sino cómo termina. Puede
decirse que estas jornadas supusieron un ensayo general para una revolución que
pocos años más tarde iba a desembocar, esta vez sí, en una auténtica
unificación italiana. Manin no pudo presenciar este momento, pues falleció en
París en 1857, pero logró asegurarse un hueco preeminente en la historia de Italia como uno
de los que la hizo posible.
Renouvin, P. Historia de las Relaciones Internacionales, AKAL (2ª Edición), Madrid 1990
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